TDte entrada, Iñaki Gabilondo se va de la Ser a Canal 4, y la Feria de Mérida sólo abarca un fin de semana. Para seguir, un puñado de teóricos se dedica a definir qué es España, que si una nación de naciones y regiones, que si una nación de nacionalidades y regiones, que si un Estado de naciones y comunidades... y, como guinda, ¡ya están anunciando desde hace varios días, las figuritas del Belén por entregas!

Antes, cuando se podía ver buen cine y los árboles tenían hojas verdes, septiembre era un paseo por caminos de tierra húmeda y aromas de boj. Ahora septiembre es la bronca padre, así, sin vaselina. Parece como si en agosto se hubiera decretado un entrenamiento general, una puesta en forma de músculos y lenguas para llegar a septiembre pegando zurriagazos y matando las moscas pesadas de la vendimia cotidiana (no me digan que esto último no es poético) Y encima, ni va a llover, ni va a dejar de hacer calor. De la vuelta al colegio no hablo porque ya está bien hablada desde el Corte Inglés, y, además, los libros de texto valen menos que las Plays Stations. Pero ¡menudo es septiembre!

Y en este mes, el Día de Extremadura. Este año Extremadura es una buena idea. Lo ha sido siempre desde que la historia nos puso el nombre a saber por qué. Cada año me inclino más a tomarme el día como una reflexión. Ya es hora de que todos los extremeños (o por lo menos unos cincuenta o sesenta, como pasa en Cataluña) reflexionemos sobre nosotros que luego llegan los otros meses y solemos actuar irreflexivamente. Reflexionar Extremadura no es sólo pensar en sus monumentos o gastronomía, folclore o paisajes, creo que deberíamos empezar por nosotros mismos, por cada uno de nosotros. Amén.

*Dramaturgo y directordel consorcio López de Ayala