Siempre que acaba un año es recurrente hacer balance de lo ocurrido. Ha sido bueno, ha sido malo; se han cumplido todas nuestras expectativas o, por el contrario, es mejor desterrar este 2016 al cajón del olvido lo antes posible. En mi caso ocurre justo lo contrario, hago como con los periódicos de papel cuando llega la tarde y se llenan de noticias viejas. Lo que pienso es en la portada del día siguiente a ver si viene plagado de cosas buenas para Extremadura en lugar de anhelar aquello que podía haberse publicado pero no ocurrió y, en consecuencia, su espacio fue ocupado por otras cuestiones peores. Así que les propongo hacer balance de 2017 pero a priori, relatar un año antes lo que debería pasar en esta región a lo largo del año que viene dando por sentado que, por fin y de verdad, se van a cumplir todos nuestros pronósticos y necesidades.

Lo primero, el empleo. Este 2017 vamos a lograr alcanzar por fin un nivel de empleo aceptable gracias a la ayuda del Estado y de las acciones que se van a poner en marcha desde la Junta de Extremadura. El Gobierno nacional, de una vez por todas, va a entender de dónde parte la región y va a acompañar a la Junta en una línea de incentivos a la creación de empresas, de manera que la iniciativa privada ocupe el lugar que le corresponde como generador de puestos de trabajo.

Así, van a venir a esta tierra proyectos que logren dar un salto cualitativo a las estadísticas que hasta ahora se manejan y que denotan que la economía regional puede ir mejor que antes, pero la diferencia con respecto a la medida del Estado es abismal. No es aceptable que nuestra tasa de desempleo esté en el 25,6% y la nacional en el 18,9%, el paro sigue siendo la lacra de Extremadura y la estrategia que se ponga en marcha desde el Gobierno regional va a lograr por fin cambiar esta tendencia.

Lo segundo, que tiene que ver con lo primero, es el fin de la emigración. Tenemos la generación de jóvenes más preparada de la historia cuya salida principal es emigrar a otras partes de España o el extranjero. No es justo ni de recibo sangrar más a esta región ni resignarse a convertirnos en una tierra de viejos y funcionarios. Este panorama debe cambiar, la materia gris no debe marcharse de Extremadura y la capacidad emprendedora debe emerger como varita mágica que permita fijar población. Este 2017 va a marcar un antes y un después, de manera que no sigamos perdiendo población tanto por los que se van como por los que no llegan, porque el índice de natalidad también va a empezar a subir.

Lo tercero, las infraestructuras, el ansiado AVE. La alta velocidad ferroviaria aún tardará tiempo dado que somos la única comunidad autónoma española sin un sólo kilómetro de vía electrificada, pero al menos los extremeños vamos a contar en 2017 con un tren de altas prestaciones que consiga unir las cuatro principales ciudades extremeñas y, de paso, con Madrid en un tiempo más o menos competitivo. Va a ser sólo un preámbulo de la electrificación de la vía y del AVE que vendrá inmediatamente después y de la mejora en general de toda la red ferroviaria regional, la cual va a permitir, con la puesta en marcha de la plataforma logística (por fin este año) un salto sin precedentes en nuestra economía adormecida y en ocasiones acomplejada.

Y lo último, la financiación. Nos enfrentamos este 2017 quizás al problema más trascendental de los últimos años y pasa casi inadvertido. Se va a negociar un nuevo marco de financiación autonómica donde las comunidades más ricas quieren mayores cotas de ingresos, pero van a entender la solidaridad interterritorial que viene recogida en la Constitución y el mantenimiento de los servicios por igual en todo el territorio nacional teniendo en cuenta sus peculiaridades. En cuanto vean que los diputados y políticos extremeños se unen entre sí en favor de su tierra sin importarles ni la disciplina de partido ni la pertenencia a unas determinadas siglas no habrá más remedio que aceptarlo. Está claro, este 2017 a ser el año de Extremadura. Si fuera verdad.