Centenares de mujeres se movilizaban esta semana en varias ciudades de Argentina a pecho descubierto como señal de protesta por la expulsión de tres chicas que hacían topless en una playa de Buenos Aires -como anécdota destacar que 20 agentes ni más ni menos se movilizaron para tal operación-. El suceso ha generado un debate en el país sobre esta práctica, que atenta, según algunos, contra la «decencia pública» recogida en el Código de Faltas bonaerense.

En España ese debate está más o menos superado y pocos se sorprenden ya de ver a mujeres tomando el sol libremente en la costa. Sin embargo, he podido comprobar cómo todavía muchas otras mujeres, madres, tienen que lidiar con el problema de salir fuera de casa y tener que dar el pecho a su criatura en cualquier momento en un sitio público. Y no por pudor propio, que eso pertenece a la intimidad de cada persona, sino por el riesgo de quizás tener que hacer frente a miradas, cuanto menos, despectivas por un acto que es básico y vital para nuestra supervivencia.

Que el cuerpo femenino sigue siendo una suerte de tabú, sobre todo cuando se trata de la libertad de la mujer y no del uso y disfrute de otros, también se comprueba al enfrentar ese maravilloso momento por el que todas pasamos una vez al mes: la menstruación.

La copa vaginal, que para nada es un invento nuevo, va ganando cada vez más popularidad gracias a sus ventajas en cuanto a salud, medio ambiente y economía doméstica -porque sí, todavía, año 2017, las compresas y los tampones se tasan en nuestro país como si fueran productos de lujo con toda naturalidad-.

Pero estos factores se convierten en secundarios cuando muchas mujeres se plantean usarla, porque la primera palabra -y probablemente la única- que viene en su contra es ‘asco’. Qué está fallando para que, de nuevo, otra rutina básica y vital para la supervivencia humana produzca tanta repulsión.

Puede ser que en España hayamos avanzado bastante, pero a la hora de la verdad sigamos con esa mentalidad tan propia de nuestras abuelas, esa de «ahí abajo, no se toca». Y cada cual que toque lo que quiera, obviamente, aquí y en la Argentina. Pero la ruptura de ciertos tabúes es tan primordial como imparable.

* Periodista.