El duro inicio de año para las cifras de desempleo en la región ha vuelto a plantearnos la necesidad de un debate sobre las medidas a adoptar para paliar la situación económica y social de Extremadura. Aunque estaría mejor dicho en singular, ya que la única medida principal propuesta en este sentido pasa por el empleo desde lo público. En esta silenciosa salida de la crisis que alumbran desde la oscuridad algunos datos macroeconómicos, se torna más prioritario que nunca que las políticas en materia de empleo y de aumento del consumo se hagan en el tiempo y forma correctos. Nunca en los últimos 40 años, la sociedad extremeña había necesitado tal precisión con el bisturí a la hora de diseñar políticas de impulso.

El aumento de las familias sin ingresos provoca que el futuro de los autónomos, que por primera vez desde el inicio de la crisis han aumentado, sea poco alagüeño. La reactivación y al menos el mantenimiento de la actividad económica interna son el pilar clave que se debe sostener con todos los medios públicos a nuestro alcance. No hay escusa alguna para renunciar a la última esperanza de la recuperación económica. Sobre todo si aún no contamos con el apoyo del sector bancario y el crédito a familias y empresas.

Dos años y medio después de la llegada del Partido Popular al Gobierno extremeño, la receta sigue siendo la misma que conocimos al inicio de legislatura. El presidente José Antonio Monago sigue apostando por afrontar la enfermedad con un medicamento que ni siquiera ha sido probado con ratas de laboratorio. Por supuesto que de lograr el objetivo sería suya la patente del modelo liberal-social que para Extremadura quiere implantar, aunque por el momento no se haya recogido ningún fruto. Lo cual como es comprensible, va a tardar. El propósito puede incluso rozar lo pretencioso. Medidas menos populistas como inculcar a los estudiantes desde edades tempranas el espíritu emprendedor para sacar el mayor partido a sus potencialidades, constituyen un largo camino que tendrá su recompensa en las próximas generaciones.

ESO SERA si la crisis económica no arrasa por completo con las proyecciones demográficas para los próximos años (menos hijos y mayor porcentaje de personas desempleadas y pensionistas) y con ello el poder adquisitivo de los extremeños ya de por sí reducido (el menor del país). Momento en que el consumo quedaría absolutamente debilitado con una población en su mayoría pensionista que cuida de sus hijos y de sus nietos (modelo de familia "sándwich").

Por ello, ante este contexto que se nos plantea de paralización del empleo público y de larga espera hasta que el modelo productivo dé un giro de 180 grados hacia la creación de empleo procedente del sector privado, es conveniente articular medidas transitorias o temporales que frenen la disminución del consumo interno y la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos.

Siempre se ha dicho que aquella sociedad con una clase media fuerte será una sociedad estable y en progreso. Por tanto el objetivo de nuestros dirigentes debe ser impedir que cada vez más ciudadanos descabalguen de la clase media de Extremadura y pasen a engrosar la lista, cada vez más numerosa, de personas pertenecientes a la clase baja.

Las vacunas que se pretenden inyectar a las familias con menos recursos (Ley de renta básica, 200 euros a los pensionistas, ayudas de emergencia) constituyen un antídoto ideal para sufragar gastos de primera necesidad pero en cualquier caso no permiten a sus perceptores plantearse unas expectativas más ilusionantes más allá de la compra de alimentos y el pago de los recibos.

De esta forma, el reto pasa por no denostar a la ligera el empleo proveniente de lo público y dignificarlo para que veamos en la fórmula intermedia la medida exacta para lograr el cambio de modelo productivo, disponer de ciudadanos ambiciosos a medio-largo plazo y abandonar de manera progresiva la anterior fórmula de Papá Administración que tampoco nos ha funcionado como era deseable. El Partido Popular fue el partido más votado en la región y como tal tiene derecho a desarrollar su proyecto político en Extremadura, pero los extremeños también tenemos derecho a no sentirnos como parte del experimento.