Historiador

Cuando en los medios informativos me han preguntado sobre las temporadas idóneas para hacer turismo por Extremadura y Alentejo, a raíz de la publicación de mi libro Un paseo por la raya , he recomendado las estaciones intermedias. Incluso el invierno, por la benevolencia de muchos de sus días y el atractivo romántico de las lluvias. Ahora bien, casi siempre he desaconsejado el verano, por nuestro extremo calor, el sol terrible de doce de la mañana hasta cerca de las diez de la noche. Sin embargo, pienso que he sido injusto. Sí, también en el verano es digna de visitar, disfrutar, pasar las vacaciones en la raya. Sobre todo desde que la infraestructura del turismo rural está tan desarrollada, tan bien atendida y es tan asequible.

Los cortijos acondicionados en el campo o los recreados chozos de pastores pertrechados contra todas las inclemencias; las casonas y hotelitos en los pueblos; los albergues y campings de nuestras periferias, son el complemento necesario y suficiente para atrevernos y disfrutar realmente de la raya en verano. Sólo se trata de acomodarse en un turismo alternativo que no es el de levantarse cuando el sol está en todo lo alto, sino hacerlo con él, a punto de asomar el día; recorrer temprano nuestros pueblos, nuestros campos, nuestros senderos, ruinas, monumentos; recalar en los museos cuando ese sol suba en el cielo; escoger el mesón, el restaurante fresco... Dormir una siesta larga, reparadora, resguardadora del calor... Volver a la calle cuando la luz decline, y nuevamente recorrer nuestra naturaleza y nuestro patrimonio; reunirse, conversar; disfrutar con tantos festivales de verano, ferias, fiestas; prolongar la noche, convivir a la luz de las estrellas, y volver a la noria de los días eligiendo en esta ruta deliciosa de la raya cualquiera de tantos puntos privilegiados. Gozaremos con sus tesoros naturales, su patrimonio monumental, su buena mesa y noble compañía.