Muchos piden otros pactos de la Moncloa para superar la crisis y cambiar el modelo productivo. Es difícil. En 1977 había que asegurar el parto de la democracia y los rivales del PSOE y del PCE temían la conflictividad en la calle. Ahora la democracia es confrontación de partidos y el PP no hará ningún favor a Zapatero. Por eso el presidente quiere algo más modesto, un pacto social con dos grandes objetivos. Uno, reducir la conflictividad con más gasto social, en especial alargando el subsidio a los parados que agoten el seguro de desempleo, lo que también mantendrá el consumo. Dos, avanzar hacia una economía más competitiva flexibilizando la negociación colectiva ya que los sindicatos no aceptan la reforma del mercado de trabajo.

Un pacto así no sería la panacea pero infundiría confianza. Pero este camino pareció cerrarse la semana pasada cuando la CEOE, tras reunirse con Rajoy, replanteó dos asuntos aparcados: el "contrato de trabajo del siglo XXI", con indemnización de 20 días, y una rebaja de 5 puntos de las cotizaciones sociales, peligrosa para el equilibrio de la Seguridad Social. Ahora se han reunido Gobierno, CEOE, CCOO y UGT y se ha evitado la ruptura. El Ejecutivo deberá poner más dinero al ampliar de 6 meses a un año el nuevo subsidio de paro de 420 euros, y al subir la rebaja de cotizaciones de 0,5 puntos a 1. El coste puede saltar de 2.000 a 4.000 millones. Serán bien empleados si los interlocutores entran en un clima constructivo. Tanto empresarios como trabajadores deben estar viendo las orejas al lobo de una crisis que será más larga de lo esperado.