TVtettones o lusitanos, en cualquier caso, prerromanos. Hemos oído, tal vez a mi amigo Juan , que en ese castro nunca se encontró huella romana de ningún tipo. Se conoce que llegaron y les dijeron a los lugareños, que tendrían que ser muy pocos, que dejasen aquello y se viniesen con ellos a Castra Servilia, o Caecilia.

Hay por ahí un librito que explica muy bien la estructura de ese vetustísimo poblamiento desdibujado ya por eras, edades, épocas y eternidades. A nosotros, con la escopeta en brazos y en busca de la rabona, del gazapo o de la patirroja, la contemplación del paraje nos detuvo unos momentos la atención a la caza. La defensa de las cuatro casas que hubiera dentro la constituía el barranquito circular de la vertiente hacia el río, y por el otro lado, de mejor acceso, seguramente un foso, hoy acenagado, ante portam.

Un día, para nosotros, espeso, por no decir malo; pero no del todo, que cazar, cazamos, y los que sabemos qué es estar en el campo con la herramienta en brazos, sabemos también que no todo es darle al dedo ni hacer carne.

Malo porque ya vemos las huellas preocupantes de aquel otoño del año pasado, en el que la sequía fue atroz. El cielo azul relumbraba uniforme y sin atisbos de una blanquecina nube por ninguno de los puntos del orbe. Si la mañana fresca, luego la solajera fue calentando tierra y ánimos, y al cabo del mediodía hacía ya un calor pesado y estival, casi desquiciante.

Ari , el año pasado, le levantó al chico unos cuantos conejitos; pues a mí, de momento, nada, ni uno. Y es porque, por donde hemos ido, me temo que la condenada vírica haya hecho estragos. Lo que sí vio, la pobre, fue cómo fallé una perdiz que había levantado Carlitos allí enfrente. Dos tiros traseros y a vivir. Bien está, porque la caza siempre encuentra un consuelo para el sufrido cazador cansado y decepcionado, y por ende, para su perro.

Llegaban ya los de al salto cuando, por un venero arriba, una perdiz le vació la escopeta a un compañero y me voló terciada. Un tirito con acierto deja en el ánimo suaves caricias de consuelo. Va octubre que chuta. Tempus fugit.