Y los pintores saben mirar. Por fortuna, hoy Extremadura se parece a Mallorca lo mismo que Nicole Kidman a Almodóvar : nada. Pero con el tiempo, la cirugía física y psíquica que se le está practicando puede llevarla a parecerse mucho. En nuestra región, vayas al norte o al sur, al este o al oeste, hay una realidad por encima de todas las demás. Una gloriosa y aplastante realidad que tiene vocación de protagonista nos pongamos como nos pongamos: el campo. El compromiso con esa vocación debiera presidir nuestro desarrollo. Sólo así será desarrollo de verdad y, por tanto, sostenible.

Aquí los paisajes aún son amplios y suelen estar conectados entre sí. Por eso es necesario considerarlos con esa visión ancha. Y si extraordinario es nuestro físico, extraordinaria debe ser la protección que le dispensemos. Esta protección tiene un nombre: planificación territorial.

Ya tenemos, por tanto, la terminología: desarrollo sostenible y planificación territorial. Para los políticos basta con la terminología. No para nosotros. Los conceptos tienen un significado y sólo cobran sentido con su desarrollo. Por eso, es esencial que la planificación del territorio y el desarrollo sostenible no acaben siendo términos huecos. Todo consiste en tomarse en serio la vocación natural de nuestra región y darle cancha . Creerse lo que uno está haciendo y hacerlo bajo un enfoque de FUTURO con mayúsculas. No es el caso. El enfoque de la Junta de Extremadura en lo que a política medioambiental se refiere es muy pobre y no está a la altura de la calidad de la región. La foto fija es ésta: una naturaleza extraordinaria que es como un hijo con maravillosas cualidades para tocar el piano, y un padre (Junta) que le obliga a trabajar desde pequeño y no le da opción de profundizar en su auténtica vocación musical. Vamos, que el padre no quiere que el niño estudie. Aquí se vive al día, y eso hace que las propuestas de hoy sean del mismo género que las que se hacían en la región en los años 60. Las consecuencias de esta falta de criterio y sensibilidad no se han hecho esperar:

Extinción del lobo y el lince en nuestra región. Embalse de Alqueva. Mina de Aguablanca. Cementera de Alconera. Un viaducto justo por Puerto Peña. Las energías solar y eólica sin desarrollar. El biodiesel como si no existiera. El proyecto de media docena centrales térmicas de ciclo combinado. Los herbicidas y pesticidas funcionando como si nada. El arranque de encinas y la posterior puesta en regadío de esas tierras. Las plantas embotelladoras en medio de los mejores paisajes. Las poco eficaces campañas de prevención y extinción de incendios. La dehesa con el problema de la seca y sin un programa permanente de investigación. La inexistencia casi total de ordenación forestal. La inexistencia de un programa de educación ambiental en nuestro sistema educativo. La inexistencia de programas de promoción del transporte público, de la bicicleta y de trenes eléctricos en las ciudades. La inexistencia de una red de ferrocarril sostenible y eficiente entre las principales ciudades extremeñas. La arquitectura popular en descrédito, los pastiches arquitectónicos aflorando a cada paso. Y la última, el proyecto de una refinería de petróleo en la región, cuya instalación no admite discusión según el presidente de la Junta y UGT y CCOO. No admitirá discusión, pero las críticas al proyecto llegan desde frentes tan diversos que no va a habar más remedio que tomarlas en consideración. Parece mentira, pero es la triste realidad.

Todo esto viene ocurriendo en los últimos 25 años. ¿Esto es lo que la Juntaentiende por desarrollo sostenible, por planificación del territorio?

Esta irresponsabilidad en el trato con el medio nos está llevando a ser iguales que todos y a empobrecer un recurso que, bien llevado, nos hace únicos y es nuestra mejor y más segura fuente de ingresos y bienestar. Lo más doloroso es que los principales perjudicados por esta mala gestión somos los ciudadanos, no el medio natural. Demagogo y calculado embuste, ese que identifica al defensor de la Naturaleza como aquél que se preocupa más de los pájaros que de las personas. Nada más lejos de la realidad. Lo que está en juego es mucho más importante que un águila de más o de menos. Mi preocupación se centra en mí mismo en relación con mi tierra. Como ser humano que quiere disponer de un buen medio natural y cultural; no por capricho, ni porque lo digan las leyes, sino porque es el camino más viable, futurible y práctico; el camino que educa. Extremadura progresará en tanto en cuanto desarrolle su Naturaleza. Así de claro. La Naturaleza extremeña es nuestro mayor bien.

La mediocre política ambiental que sufrimos la sufrimos nosotros, no sólo el medio. La relación inversa entre la calidad ambiental de Extremadura y sus servicios medioambientales es clamorosa. Aquí no se atiende a la vocación de la tierra y, con el señuelo de los puestos de trabajo (cuando hay mil caminos para trabajar en la región sin necesidad de destruir su medio), se nos embarca en una carrera que no es la nuestra. Es, y esto es lo más grave, una política que hipoteca nuestras mejores posibilidades de desarrollo y opta por las peores. Si no, al juez supremo, al tiempo.

Extremos del Duero, hierofanía del suroeste, tu otrora medio ambiente se está quedando en un cuarto (y mal servido). Muy pronto, tu vocación musical quedará definitivamente abortada. Olvídate de tocar el piano, véndelo y ponte a trabajar de una vez en algo serio y de interés general (una embotelladora, una refinería, una mina a tu cielo abierto...).

*Bibliotecario