A sus 92 años, Vicente Pelayo Entrialgo se desplazó expresamente desde Gijón para participar en el homenaje que rindió el Ayuntamiento de Monesterio a sus padres, Vicente Pelayo y Sofía Entrialgo, como reconocimiento institucional por su labor docente en esta localidad durante los primeros años del siglo pasado.

Hace ahora algo más de año y medio, el pleno del ayuntamiento de Monesterio, a petición del vecino Baldomero Calderón -autor del trabajo titulado Los Pelayo y Monesterio, «donde queda constatada la vinculación de esta familia con la localidad»- resolvió este reconocimiento institucional. Pasado este periodo, Vicente Pelayo, que nació en Monesterio en 1925, ha querido regresar a sus raíces, para compartir una jornada con representantes institucionales, docentes y vecinos del municipio, para recibir este «merecido homenaje». Muy emocionado, Vicente, --que se de Monesterio siendo un niño y sólo regresó una vez en su vida, (hace cincuenta años), para acompañar a su madre y conocer con ella su pueblo natal-, recibió de manos del alcalde una placa conmemorativa, así como un pergamino en el que se recoge textualmente el acuerdo plenario de reconocimiento hacia sus progenitores. Casi incapaz de articular palabra, Vicente Pelayo, dijo «sentir una emoción indescriptible». «Que un pueblo, y su ayuntamiento se acuerden de mis padres, después de un siglo no es algo corriente», expresó.

En el año 1.921 recaló en Monesterio este matrimonio de maestros: don Vicente, natural de Albacete y doña Sofía, nacida en Gijón. Venían acompañados de su hijo Orlando. La labor del maestro Vicente tiene reflejo en numerosas reseñas y publicaciones de la época, «dejando constancia de su preocupación por las condiciones de vida de las capas más humildes de la sociedad, impulsando la construcción del grupo escolar de la avenida Ramón y Cajal, creando y dirigiendo el Campo de Experimentación Agrícola Los Escobalitos, poniendo en marcha la Biblioteca Circulante del Labrador…, así como fomentando el asociacionismo y el desarrollo de la agricultura y la ganadería en la localidad». Su esposa, la maestra Sofía Entrialgo, «realizó una magnífica y comprometida labor pedagógica, incluso reconocida mediante Gracias de Real Orden».