La Delegación del Gobierno en Extremadura insta a los 1.000 rumanos asentados en las proximidades de Villafranca de los Barros a que desalojen el campamento voluntariamente, sino se procederá a un desahucio.Según recoge la agencia Europa Press, los 4.000 vecinos del pueblo, se muestran conformes con estas medidas, ya que se sienten "desbordados" y expresan el deseo de recuperar "una convivencia pacífica". Así, la dueña de uno de los supermercados de la población, Isabel Moreno, en declaraciones a Europa Press Televisión, sostiene que "hay muchos problemas en el pueblo" desde la creación del asentamiento, lo que provoca "el deterioro de las relaciones" entre los residentes. Entre los incidentes acontecidos en los últimos meses señala la reiteración de "pequeños hurtos" y "el aumento de reyertas" en la localidad. Sin embargo, rompiendo una lanza en favor de los temporeros rumanos, añade que "son muchos los que aprovechan tal situación, para hacer a espaldas de los rumanos". Por su parte, el gerente de otra tienda de alimentación, Miguel, detalla que se ha visto obligado a "restringir a cuatro" el grupo de rumanos que pueden entrar al interior del local al mismo tiempo porque "es el único modo de tenerlos controlados". Para este comerciante, el problema de fondo se deriva de "las diferencias culturales" que existen entre los españoles y los nuevos pobladores, que actúan de un modo "incívico". Otro de los vecinos de Santa Marta, José Antonio, que es conductor de ambulancias, asegura que desde que se instaló el campamento "ha incrementado la inseguridad en la zona", ya que "se han producido numerosas y violentas trifulcas" en el asentamiento. Por otro lado, algunos de los rumanos aseguran que no consiguen un trabajo duradero "por falta de papeles". Por el contrario, otros lamentan que al finalizar la vendimia y también buena parte de la recogida de aceituna, permanecerán sin trabajo hasta que comience en un mes "la recolección de la aceituna negra". Así, Zanecalin afirma que cuando concluya definitivamente la temporada de la aceituna "se irán del pueblo" y muchos de ellos regresarán a su país. En cuanto a los trabajos que ha desempeñado en los campos extremeños sostuvo "que está muy mal pagado", al tiempo que explica que las ganancias obtenidas tras un día de trabajo duro ascienden a "25 euros". La joven romaní Drogon Moruta siente su situación y la de sus compañeros, y asevera que en el campamento donde residen actualmente "se vive muy mal", ya que no disponen de agua, ni de leña, y por las noches pasan mucho frío. El asentamiento se alza en un olivar muy cercano al término municipal. Allí, entre tiendas de campañas y numerosas chabolas improvisadas con plásticos, cartones y otros restos, familias completas cocinan, duermen y esperan conseguir pronto un nuevo empleo y quizás un nuevo campamento.