Está situado en el Valle del río Ambroz. Su nombre surge de la construcción de una abadía de monjes cistercienses que se instaló en el siglo XIII en el Palacio de Sotofermosos, dependiente de la Casa de Alba, de la que apenas quedan restos. Su principal atractivo turístico es el Palacio de los Duques de Alba, declarado monumento histórico-artístico.

Abadía goza de un clima suave, al encontrarse al resguardo de las invasiones frías de componente norte; estas características y la propia topografía la diferencian, dentro de un claro predominio de tierras pardas, atravesando estas últimas, un retazo de suelos aluviales, más profundos y enriquecidos. Sus ríos traen el agua de las sierras de Salamanca y Hervás (el más significado es el Ambroz), que vierten a los embalses de Valdeobispo y Gabriel y Galán. La vegetación más significativa es el encinar y el pino de repoblación, así como árboles de ribera y un abundante material de cistáceas y ericáceas.

La antigua abadía parece ser que dio nombre al pueblo. En 1260, tras su reconquista, fue convertido el lugar en señorío dependiente de la Villa de Granadilla por el rey Alfonso X, siendo incorporado después a los estados del Ducado de Alba en 1369, por merced de Enrique II a su titular, don García Alvarez de Toledo. En su condición de puerto real y paso obligado de los ganados de la Mesta se cobraba en Abadía el servicio y montazgo de todos los ganados trashumantes, cantidad que en el siglo XVIII se encontraba situada entre 10 y 20 maravedíes por cabeza de ganado.

Entre sus principales monumentos destacan: El palacio de Sotofermoso, de origen incierto que en 1260 lo declaró el rey Alfonso X para su hijo. Desde mediados del XV hasta comienzos del siglo XX perteneció a la Casa Ducal de Alba. Su arquitectura austera contrasta con el lujo de sus jardines de estilo renacentista. Cuenta con un patio mudéjar de dos plantas formado por una doble galería de cinco arcos en cada lado. Los arcos de la andanada inferior son de herradura apuntados y los de la superior escarzanos del siglo XVI. El convento de la Bien Parada data del siglo XVI. Es un conjunto monacal en ruinas, pero aún se conservan restos interesantes de sillería y proporciones elegantes. Fue facultad de teología y música y perteneció a la Orden de Franciscanos. La iglesia de Santo Domingo se encuentra en la zona oeste de la localidad, es una construcción de los siglos XV-XVII. Su campanario está construido con grandes moles de granito. Destaca la robustez de sus grandes muros de piedra. En su interior se encuentra el famoso Cristo de la Bien Parada y en el muro el fresco de una imagen tallada de la Dolorosa de estilo barroco.