La ley del mar dicta que hay que ofrecer ayuda a quien la necesita y eso es lo que hizo el pesquero Corisco la madrugada del sábado. El barco, con base en Santa Pola (Alicante) aunque de pabellón portugués, rescató a unos 50 inmigrantes de origen subsahariano, entre ellos tres niños y cinco mujeres, en aguas libias y desde entonces permanece frente a las costas de Trípoli a la espera de su desembarco.

La zodiac en la que viajaban los sin papeles estaba "medio desinflada" cuando fue avistada por el marinero de guardia. Poco después de avisar a Salvamento Marítimo la pequeña embarcación --que solo tiene capacidad para veinte personas-- empezó a hundirse, por lo que decidió subir a bordo a los inmigrantes.

Los subsaharianos "estaban nerviosos, llorando, sin ropa" y, en su intento de subir al pesquero, "se pegaban y se tiraban al mar", explicó ayer López a la SER. Una vez a bordo, la tripulación del Corisco --siete españoles y cinco portugueses-- comprobó que "se encontraban bien".

Ahora la máxima preocupación es la falta de víveres. "Tras dar de comer y cenar a 50 personas más, la comida escasea y ya no queda leche para los niños", advirtió el patrón. Según el dueño del pesquero, José López, el Corisco solo tiene alimentos para "tres o cuatro días".

El Ministerio de Exteriores y el embajador español en Trípoli, Joaquín Pérez Villanueva, llevan a cabo "intensas gestiones" con Libia para desembarcar a los sin papeles en ese país "cuanto antes". Gestiones a las que se suma Portugal, según el embajador portugués en Tripoli.