Bakú (Azerbaiyán). 20 horas del 10 de junio de 2009. Tres horas menos en Navalmoral de la Mata. Cuando las agujas del reloj marcaban este instante, el moralo Gabriel Amado, más conocido como Gaby, se alzaba como subcampeón del mundo de taekwondo para discapacitados. Acaba de perder el cuarto combate en una misma jornada, pero se llevaba una plata "con sabor a oro" apenas unas horas después de aterrizar en el centro de Asia. Un triunfo a contrarreloj.

Todo fue muy deprisa. Tras 12 años practicando taekwondo y combatiendo (y ganando) contra deportistas sin ningún tipo de discapacidad, el pasado enero Gaby se enteró por casualidad que, por primera vez en la historia, esta disciplina deportiva iba a celebrar un campeonato mundial para discapacitados. El reloj comenzó a correr. Tras hacer su solicitud a la Federación Española de Taekwondo, a finales de mayo Gaby recibió la confirmación de que a mediados de junio tenía que competir en el campeonato mundial. "Yo ya pensaba que no iba a ir, porque tardaron mucho en decírmelo", explica el deportista moralo.

Luego llegó la hora de trabajar la mentalidad y de estar una semana en el centro de alto rendimiento de Sant Cugat del Vallés, entrenando cinco horas al día. Finalmente, el desplazamiento a Bakú, unas siete horas de vuelo, pero muchas más de viaje, con los otros dos compañeros discapacitados y con 17 jóvenes españoles que participan en la copa del mundo por equipos, estos sin discapacidad. Una vez allí casi se tiene que alojar en un barco, pero finalmente les consiguieron un hotel en tierra firme.

23 horas del 9 de junio, a la cama. Al día siguiente, la competición. "Gané tres combates seguidos, no lo podía creer. En la final contra Rusia empecé con posibilidades, pero perdió 5 a 2. Cuando perdí me quedé como en blanco, pero contento a la vez. Era una sensación extraña. Pero fue una plata con sabor a oro".

Con 12 años, Gaby perdió parte de su antebrazo izquierdo cuando trabajaba con una máquina de prensar cartones. Su vida cambió, pero lo aceptó rápidamente. "Hago todo lo que me gusta. He vivido solo en casa muchos años, y si tengo que pedir ayuda la pido. Esto es lo que me ha tocado vivir", reflexiona.

Tras cumplir un sueño que apenas soñó, toca la hora de soñar el futuro. "El objetivo es el paraolímpico, aunque aún no hay seguridad de que se celebre. Sería lo más", afirma con cara de satisfacción. Antes habría que disputar otra competición de alto nivel el próximo año, un europeo u otro mundial, donde seguro Gaby estará. "Me han dicho que cuentan conmigo".

20 horas del 23 de junio en Navalmoral. El deportista cuenta su hazaña en una cafetería. "Quien me lo iba a decir a mí con mi edad (27 años). Nadie sabe cuando le llega su hora".