Se ha producido la colisión. Las imágenes son increíbles", exclamó un portavoz de la NASA al confirmar ayer por la mañana que el proyectil lanzado por la misión Deep Impact había colisionado con el cometa Tempel 1, a 133 millones de kilómetros de la Tierra. "Le dimos exactamente donde habíamos planificado". La sala de control en el Jet Propulsion Laboratory, en Pasadena (California, EEUU), irrumpió en aplausos. Era la primera vez que un ingenio fabricado por el ser humano alcanzaba el núcleo de un cometa.

El Impactor, un proyectil de 370 kilos hecho en cobre, chocó con violencia en un extremo del cometa y los materiales eyectados al espacio provocaron un resplandor, como confirmaron de inmediato los telescopios espaciales enfocados hacia el Tempel, como el Spitzer, el Hubble y el XMM-Newton, y también los grandes telescopios terrestres. En cualquier caso, quizá las mejores imágenes fueron las transmitidas por la nave nodriza de la misión, que logró situarse a 500 kilómetros del Tempel, y por la propia cámara del proyectil.

RUGOSO Y CON CRATERES A partir de las imágenes es posible discernir, por ejemplo, que el proyectil perforó el suelo helado y que el cometa tiene un núcleo de 6,5 kilómetros de longitud, con una superficie rugosa llena de cráteres, de color claro y una forma menos alargada de lo que se pensaba (más bien parece una pera, según declararon los técnicos de la misión). Sin embargo, aún deberá pasar un tiempo, quizá mucho, para poder determinar el tamaño del cráter originado--previsto como un campo de fútbol--, los materiales exactos de los que está hecho el cometa, en qué proporción se encuentran, cómo se formaron y otros muchos datos científico, recordó ayer Rick Gremmier, director de la misión. De hecho, la NASA no se ha gastado 279 millones de euros para unos fuegos artificiales cósmicos, sino para descifrar esos misterios.

El Impactor, que está dotado con un sistema de guiado automático --como si se tratara de un misil--, se separó de la nave el domingo y efectuó tres correcciones de trayectoria antes de impactar contra el Tempel, exactamente a las 7.52 de ayer, hora española. Como estaba previsto, ni el cometa se fracturó ni su órbita se desvió lo más mínimo. "Todo funcionó como un reloj" se felicitó Gremmier. La Agencia Europea del Espacio (ESA), a partir de observaciones del Hubble, informó de que la nube de gas generada por el impacto, en forma de abanico, medía 1.800 kilómetros.

La nave nodriza, que permanece cerca del Tempel, continuará enviando información del cometa. "Para nosotros, la misión no ha hecho más que comenzar", resumió Michael A´Hearn, jefe científico de la misión y profesor de la Universidad de Maryland. "La interpretación de los datos nos llevará un tiempo: días, semanas, años...".