A los 64 días de haber accedido al cargo, el nuevo presidente de RTVE, Alberto Oliart, está lejos de encontrar dentro de la corporación el mismo grado de consenso y paz que facilitó el acuerdo entre el PSOE y el PP para nombrarlo. Los primeros gestos de Oliart y sus primeras medidas han despertado el malestar de muchos consejeros de RTVE, el recelo del equipo heredado de Luis Fernández y el temor de los sindicatos. Cuando apenas ha superado la mitad de los consabidos 100 días de gracia, el flamante presidente se ha granjeado ya las antipatías y la desconfianza de demasiada gente.

La cosa empezó a torcerse con la reunión del consejo de administración del pasado 11 de enero para nombrar al sustituto del exdirector de TVE Javier Pons. A la mayoría de los consejeros no les gustó enterarse por ,los medios de comunicación del nombre del elegido, Santiago González. Y mucho menos que Oliart no les hubiera tenido al tanto de lo que estaba pasando con Pons, que fue destituido cuando casi todos creían que se marchaba voluntariamente.

La amenaza de plante de algunos consejeros fue neutralizada por Oliart con un amague de llevar el asunto hasta el Parlamento. Al sector disidente le quedó claro que el que fuera ministro de Defensa "gobierna la televisión como si fuera el Ejército, sin percatarse de que es un medio público", dicen fuentes próximas al consejo.

DESIGNACION POLEMICA

Al equipo directivo de TVE tampoco le ha sentado bien el nombramiento de una sobrina de Oliart, Silvia Delgado, como directora de coordinación de contenidos, pese a su amplio curriculo televisivo. El círculo de agraviados lo cierran algunos sindicatos que promueven una huelga por la externalización de programas. El consejo emitió ayer una nota en la que subraya "la necesidad de aumentar la producción propia de TVE y la consiguiente reducción de la externalización de forma inmediata y progresiva".