La vacuna de la gripe sólo previene esta enfermedad y no otros procesos respiratorios. La gripe es una enfermedad de curso agudo. El periodo de incubación es de 48 horas con una variación de entre uno y siete días. Se transmite por las secreciones respiratorias a través de la tos y el estornudo. Los principales síntomas son: fiebre alta de hasta 39 grados, escalofríos, dolor de cabeza, dolores musculares, postración, estornudos, tos intensa y persistente, rinorrea, lagrimeo y faringitis leve.

Es una enfermedad autolimitada con una evolución de 5 a 7 días, aunque algunos de los síntomas suelen durar entre dos y tres semanas.

El tratamiento de la gripe se basa en tomar ciertas medidas para aliviar los síntomas: acentuar el reposo, beber agua y zumos en abundancia, tomar antitérmicos (siempre que no tengan contraindicaciones) y extremar las medidas higiénicas habituales al estornudar y toser para evitar la transmisibilidad. En todo caso, lo razonable es no autoadministrarse antibióticos y, ante cualquier duda o agravamiento, consultar con el médico de cabecera o el pediatra.