"Cómo si no tuviésemos ya pocas barreras arquitectónicas, ahora nos encontramos con otra de carácter social: no poder sacarnos el carnet de conducir". Las palabras son de Carlos Sánchez, un joven cacereño de 29 años con una discapacidad en la cadera y la pierna derecha por un accidente de tráfico que sufrió hace ocho años. Carlos pretende conseguir el permiso de conducir, pero la realidad con la que se ha topado al preguntar en las autoescuelas le ha obligado a replantear la decisión: no existe ninguna en la ciudad con vehículos adaptados para discapacitados. Si quiere recibir las clases prácticas, debe comprarse antes un coche y ponerlo a disposición de la autoescuela.

"Yo me puse a sumar. Pero las cuentas no salían. Lo que vale el coche, más la adaptación que necesita, ya me resultaba caro, pero era algo imprescindible. Lo que ya no es tan comprensible es que yo tenga que pagar la instalación de los pedales para el profesor y el seguro, que está a nombre de la autoescuela hasta que apruebe", explica. Por eso buscó consejo en Cocemfe-Cáceres, donde encontró la complicidad de Lola García, presidenta de este organismo y que ya pasó por un trance similar hace varios años.

"Incluso llegué a pagar la matrícula y aprobé el examen teórico, pero cuando quise hacer las prácticas me encontré con que no había coches adaptados", relata Lola, que utiliza silla de ruedas y vió como la matrícula se caducaba seis meses después sin encontrar solución alguna. Ella tiene claro que comprar un coche en esas condiciones constituye una discriminación manifiesta, un gasto adicional que en muchas ocasiones no pueden asumir. Es más, a pesar de las subvenciones, asegura que "el carnet es casi un artículo de lujo".

En este sentido, ambos coinciden en que lo normal sería poder sacarse primero el carnet y después ahorrar para comprar el vehículo, "no tener que hacerlo todo de una vez y antes de saber si vas a poder conducir". Por eso Lola considera que no hay igualdad de oportunidades y que no pueden "normalizar" sus vidas. "No queremos el coche como artículo de lujo, sino que es una necesidad para tener mayor autonomía", insiste.

Carlos trabaja ahora en un parking y espera que la situación se arregle, porque el carnet le podría abrir nuevas puertas laborales. Es más, cree que una escuela especializada sería un negocio seguro: "Habría muchos clientes, porque hay muchos discapacitados, y el 80% podríamos conducir simplemente con que los controles del pedal se manejen desde el volante, es decir, bastaría con un par de coches". Sin embargo, cree que la solución la tienen las Administraciones: "Podrían comprar un vehículo y que vaya rotando por las autoescuelas en función de la demanda que haya".