Atribuir un verano tan cálido como el actual a los efectos del cambio climático es aventurado, difícil de demostrar, pero la mayoría de los análisis sostienen que la situación podría repetirse con asiduidad en próximas décadas. El IPCC, el grupo de expertos que asesora a la ONU sobre cambio climático, calcula para el área mediterránea un aumento en el próximo siglo de entre 2 y 4 grados en la temperatura media anual, un descenso de las precipitaciones y en general un agravamiento de los fenómenos extremos, con sequías persistentes y tormentas violentas.

La reciente canícula tiene una explicación meteorológica sencilla, que es la tradicional entrada de aire sahariano, típica del verano, pero su larga duración y la recurrencia invitan a buscar otras posibilidades. "El polo se está calentando y ello provoca que se desplacen hacia el norte los vientos que normalmente refrescan nuestras latitudes. Y el espacio que queda lo ocupan vientos cálidos del sur", explica Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares. Si esto sigue así, añade, "los veranos tórridos podrían ser la norma". Por poner un caso extremo, si en julio se superase el aumento medio anual, las máximas en las zonas más cálidas de España se acercarían a los 50 .

En cualquier caso, las incertidumbres son muchas porque, además de muy arriesgados, los modelos de previsión a largo plazo se realizan a escala global y apenas tienen en cuenta la orografía local. Lo que sí parece claro es que el calentamiento ha sido y será más acusado en las zonas continentales del hemisferio norte, como Siberia y Canadá, y menor en el ecuador. Los pocos análisis a escala europea no detectan diferencias sustanciales de calor en el conjunto de España.

Según Javier Martín Vide, presidente de la Asociación Española de Climatología, el principal cambio que afectará al Mediterráneo será el régimen de lluvias. La explicación es la misma que para las temperaturas: el desplazamiento hacia el norte de vientos saharianos. "Lloverá menos y lo hará de forma más violenta unos pocos días, lo que agravará los periodos de sequía".

Curiosamente, en el conjunto del mundo puede que se de un aumento de la precipitación, de entre el 3% y el 15%, puesto que una mayor evaporación puede favorecer la formación de nubes.

CONSECUENCIAS ECONOMICAS

El cambio climático puede tener consecuencias directas en algunos de los pilares de la economía. En una previsión pesimista, España podría dejar de ser el destino preferido de los turistas que buscan sol si cerca de sus casas encuentran un clima similar.

El aumento del dióxido de carbono podría beneficiar el crecimiento vegetal, pero la escasez de agua y el aumento de la evaporación auguran un panorama poco halagüeño para el sector agrario. Algunos informes advierten de la acelerada desertización que afecta a parte de Andalucía, Murcia, Castilla-La Mancha y Aragón, entre otras zonas, y anuncian un incremento de los incendios.