"Me he criado con esto y hasta que no vea que me hundo totalmente, no lo dejaré". Así de rotundo se muestra Roberto Sánchez, un ganadero de Portaje que en solo 20 días ha visto cómo la lengua azul ha matado a 395 ovejas de las 970 que tenía hasta hace poco. Confiesa que se siente algo aliviado desde que el pasado 31 de octubre le vacunaran las 575 ovejas que han logrado escapar de la enfermedad. "La vacuna de momento ha ido fenomenal, ha bajado la mortalidad en un cien por cien", asegura. Reconoce que su situación es complicada puesto que es su única fuente de ingresos, pero insiste en que luchará hasta el final por mantener la actividad.

Sabe que vienen tiempos difíciles y que el sector pasa por un mal momento. "Hay gente muy apurada porque solo tienen ovino y las circunstancias son muy malas, entonces, tarde o temprano, como esto siga así, en cuestión de muy pocos meses tendrán que dejar esta actividad y dedicarse a la construcción o a lo que sea", afirma.

En su caso, la vacuna está siendo la mayor esperanza para salir de esta crisis. Por ello, el pasado 27 de noviembre volvió a revacunar toda su explotación. A sus 35 años y a pesar de su titulación como Ingeniero Técnico Agrícola, sigue optando por el trabajo en el campo al igual que hicieron sus padres. Además, ahora tiene otra razón de peso para seguir luchando, ya que en pocos días será papá por primera vez. "Opté por la ganadería con perspectivas de vivir de ella y han sido cinco años de duro sacrificio para ahora tener estos problemas", comenta.

Respecto a las ovejas muertas sabe que tendrá que reponerlas, pero eso "se hará poco a poco y como vaya pudiendo", aclara, ya que recuperarlas de una sola vez "es imposible ya que cada oveja puede costar entre unas 12 o 13 mil pesetas y ahora mismo ese gasto de un golpe no podría afrontarlo", añade.

"Lo más fácil es que las tenga que reponer antes de marzo por motivos de ayudas y entonces no sé cómo haré porque eso vale mucho dinero y llevamos dos años vendiendo los corderos a 7.000 pesetas y el cereal ha subido una barbaridad y no sabemos si nos pagarán algo o no, estamos a la espera a ver qué pasará", confiesa. De momento, sabe que lo único que puede hacer es seguir trabajando por lo que cree.