Son las 11.30 horas. Cuatro agentes de la Policía Nacional en el pasillo que da acceso al despacho de la juez titular del Juzgado número 7 de Cáceres, de guardia, rompe el vacío que durante toda la mañana ha llenado las dependencias del Palacio de Justicia de Cáceres, que ayer presentaban una imagen poco habitual, un inusual vacío.

Los agentes han conducido a dos detenidos a los que la juez está tomando declaración. Es esta, junto a la de los funcionarios de este mismo juzgado, la única actividad que en ese momento se aprecia en la planta baja del Palacio de Justicia cacereño.

Su acceso está vacío. No hay abogados apurando un cigarrillo mientras charlan con otros compañeros o algún cliente antes de entrar; ni entrar y salir de ciudadanos. Tras cruzar las puertas el inusual vacío de pasillos y escaleras sorprende, incluso asusta un poco. ¿Dónde está el sonido entrecruzado de distintas conversaciones? ¿Dónde el de los pasos apresurados de letrados, testigos o acusados hacia las diferentes salas de vistas?...

Realmente la imagen de los juzgados cacereños era ayer bien diferente a la habitual. No hay pasillos repletos, ni continuo entrar y salir de ciudadanos bajo la supervisión de los guardas de seguridad... Un cámara de televisión grabando la entrevista que un periodista hace a Joaquín González Casso, portavoz de los huelguistas en la capital cacereña, es la única vida que se aprecia hasta que, poco antes de las doce, jueces, magistrados y fiscales comienzan a concentrarse en la entrada, donde un importante grupo de periodistas y cámaras esperan el único acto convocado.

Los jueces explican los motivos de la huelga, los concentrados se disuelven y el vacío vuelve a apoderarse del edificio. En las dependencias del Juzgado número 7 los dos detenidos firman sus declaraciones mientras los agentes esperan. En su despacho la juez ordena la mesa. Secunda la huelga, pero tiene que trabajar porque esta semana le toca guardia. "Estamos teniendo una guardia tranquila, de momento solo hemos tenido estos dos detenidos", comenta confiada en que continúe así. Y así fue. La tranquilidad fue la tónica del resto de la jornada salvo un pequeño paréntesis a las cinco de la tarde, cuando un nuevo detenido la hizo volver a su despacho para la toma de declaración y, al igual que hiciera por la mañana, resolver las medidas oportunas.

Su actividad y la que pudieran tener los jueces de Violencia de Género y los responsables de los registros civiles, encargados estos, por ejemplo, de las licencias de enterramientos, asuntos estos considerados dentro de los servicios mínimos, fue ayer única en los juzgados.