El sector agrícola es uno de los que mayores posibilidades de desarrollo ofrece para los vehículos aéreos no tripulados, ya que pueden facilitar al agricultor que produzca de una forma más eficiente y sostenible. En Agrodrone, una firma ubicada en Badajoz y especializada en la agricultura de precisión, emplean esta tecnología para «generar información que ayude al agricultor a producir más con menos gasto», precisa Rafael Fortes, socio fundador y director técnico de esta firma. «A raíz de conocer este tipo de metodologías e intentar que alguien nos diese este servicio y no encontrar ninguna empresa, nos decidimos a formarnos nosotros y darlo», cuenta.

El objetivo es optimizar los procesos tanto de fertilización como de riego de las superficies cultivadas. En el primer caso, el dron incorpora una cámara multiespectral con cuyas imágenes puede saberse cuál es el estado del cultivo. «Entonces, una vez que tenemos eso, nos acercamos, tomamos una serie de muestras, las enviamos al laboratorio y en base a ellas decidimos cuál es el tipo de fertilización a aplicar y cómo distribuirlo en la superficie».

En cuanto al riego, es un proceso muy parecido, pero realizado en este caso con una cámara térmica. «Barremos toda la superficie de cultivo. Por ejemplo, en cien hectáreas identificamos planta a planta. Cuando tienen algún tipo de estrés hídrico, lo que hacen las plantas es cerrar los estomas, por lo que no transpiran. Al no traspirar no refrigeran y sube su temperatura. Es como tomársela a un enfermo», aclara este doctor en Ingeniería Agrícola y Forestal por la Uex.

Es esa diferencia de temperatura la que permite conocer qué zonas están bien regadas y cuáles tienen un déficit hídrico, con lo que pueden aplicarse las medidas correctoras necesarias. Fortes incide en que la información del dron se contrasta siempre con trabajos de campo y laboratorio. Lo que permiten estos aparatos es realizar el proceso de forma más rápida, precisa, y con menos costes. «La manera de saber dónde debemos tomar una muestra que sea representativa es hacer el trabajo previo con el dron», remarca. La alternativa tradicional consiste en «tomar muestras puntuales, mandarlas al laboratorio y rezar para que sean representativa de una gran cantidad de superficie. Y normalmente no lo suelen ser».

Para cada tipo de cultivo se aplica un protocolo diferente, puntualiza Fortes, ya que «no se comporta igual uno leñoso, como es un frutal o un olivar, que uno hortícola». El número de vuelos que se requieren para obtener la información necesaria, por ejemplo, puede variar entre uno otro.

Rendimientos

En cuanto a los rendimientos que proporcionan estas técnicas, resalta que no solo conllevan un aumento de la producción derivado de un mejor manejo del cultivo, sino también menores costes de agua y energía (la que se requiere para bombearla). También hay que tener en cuenta los beneficios ambientales de no aplicar más fertilizante del necesario. Si bien considera que es «complicado» hablar de cifras concretas, apunta que «hay estudios que hablan de mejoras en la eficiencia de hasta un 15% o un 20% en cuanto al estrés hídrico y hasta de un 30% en el ámbito nutricional haciendo fertilizaciones dirigidas».