«En las redes se sienten parte de algo, reafirman

su identidad»

Es normal que sus vidas giren en torno a la tecnología. Los adolescentes de hoy no solo son nativos digitales, son también la primera generación que ha visto, desde siempre, un móvil en manos de sus padres, que ha tenido ordenadores a su disposición en casa y en el colegio y que ahora, en el instituto, no es extraño que trabajen habitualmente en el aula con tabletas y portátiles.

Y como todo se precipita y agudiza en la adolescencia, esa etapa de transición de la dependencia a la independencia en la relación con los padres, de revolución hormonal y necesidad de establecer una identidad personal propia, no es de extrañar que la comunidad en internet se haya convertido en la forma más importante de relacionarse con sus iguales.

Según Javier Alonso de la Torre, psicólogo clínico del equipo de Salud Mental Infanto-Juvenil de Cáceres, la razón que argumentan los jóvenes «se sienten tan atraídos por las redes es porque facilitan su integración social, hacer amigos, algo que tradicionalmente forma parte de nuestra cultura». Para los niños y niñas de 10 a 15 años es un espacio de socialización que «les permite compartir contenidos propios y decir lo que piensan». La segunda razón, según señala el especialista es que «pueden reafirmar su identidad, sentirse partícipes de algo».

La realidad es que el móvil forma parte de la rutina de los menores. El que no tiene, es el raro de la clase. Expertos añaden que «la irrupción de WhatsApp ha cambiado la sociedad y ha llevado a una interiorización del uso de móviles. En consulta nos encontramos con niños de 12 años a los que por su comunión ya se les regala un móvil con datos o una tableta». La adolescencia (cada vez más temprana y cada vez más duradera) ha sido siempre una etapa madurativa difícil, un periodo de incertidumbre (para los hijos y también para los padres). Las amistades con gente de la misma edad son la prioridad y las ligaduras con los padres se aflojan.

En cualquier caso, Alonso De la Torre pone de relieve que «el dispositivo en sí no es ni bueno ni malo, el problema es el uso que se hace» y en este sentido hace mención a la «brecha digital» entre padres e hijos. «Los niños son autodidactas porque los padres no saben pero por sí mismos no aprenden los mecanismos de seguridad», asevera Alonso. Tanto el psicólogo cacereño como el resto de expertos insiste en que el móvil o la tableta deben tener sus limitaciones. «Hay riesgos de exponerse a riesgos o conductas de autolesión, bulimia, anorexia o pornografía», destacan. Incluso Alonso menciona lo que ya llaman «adicción a las tecnologías de la información» que puede generar ‘síndrome de abstinencia’ o ‘tolerancia’ equiparable a la que generan las drogas. «Cuanto menor es la edad, mayor es el riesgo», concluye.