El top manta está desapareciendo a golpes de ratón. El uso ilegal de internet en los domicilios particulares está acabando con la piratería en la calle, pero también está haciendo mucho daño al sector de la música, tanto a las tiendas como a las discográficas.

En el 2005 más de 350 millones de canciones se descargaron ilegalmente de la red en España, frente a tres millones que se realizaron pagando y con servidores legales. El año pasado la piratería fue de nuevo el principal problema de la industria del disco, que cifra la caída de sus ventas en un 5,7%, en consonancia con el 6,7% de media en todo el mundo. Las pérdidas en el volumen de mercado se sitúan en los 400 millones de euros.

Desde Promusicae, la asociación que reúne a las principales compañías discográficas españolas, multinacionales e independientes, aseguran que la piratería se ha desplazado de las calles al mercado digital. Sostienen desde el sector que el cambio en el instrumento del fraude ha dado lugar a anécdotas muy curiosas, como que manteros pidieran a productores musicales trabajar juntos para erradicar la piratería en internet.

Crece la preocupación

Pero la preocupación se ha extendido a todos los sectores implicados en la producción de un disco, además, el cierre de tiendas en los últimos años ha dejado el negocio en manos de las grandes superficies y la disminución de las ventas ha supuesto una reducción de todos los costes y la pérdida de entre un 30 y un 35% de empleos.

Lo más curioso es que cada vez hay más demanda de música, cada vez se escucha más música, pero se compran menos discos.

Hace ya un tiempo que las compañías discográficas se dieron cuenta de la crisis que se avecinaba, así que empezaron a elaborar nuevas estrategias para escapar del anunciado desastre. La solución tradicional hasta hace unos pocos años era la regla matemática de reducir la plantilla y deshacerse de los artistas cuyas ventas no superaban los 50.000 ejemplares. Y todavía se sigue haciendo. Pero a esta vieja fórmula se han añadido otras.

El incremento de las descargas en internet ha originado que la música se desvincule de su soporte físico --ya no se venden CD--, pero, además, los hábitos de consumo han cambiado. Las compañías ofrecen discos y el público descarga canciones, así que las discográficas intentan atraer a los consumidores lanzando desde DVD a ediciones limitadas y especiales, formatos de lujo y numerosos extras.

Habrá que esperar resultados, aunque el sector insiste en que el futuro no es optimista. Los costes fijos son demasiado grandes y las ventas masivas escasean. El enemigo de la industria discográfica es ahora un simple ratón.