Dos proyectos vitales de tremenda importancia tiene entre manos Sagrario Amador. Espera su primer hijo para septiembre y antes, en junio, intentará aprobar la prueba de acceso a un ciclo de grado superior. Tiene 27 años y retoma los estudios tras abandonarlos en Secundaria por el rechazo del colectivo gitano de su localidad natal, Siles en Jaén (recientemente se ha mudado a vivir en Badajoz con su marido, trasladado allí por motivos laborales). "Fui la primera gitana en terminar la ESO en mi pueblo y mis padres querían que siguiera estudiando, pero la gente empezó a criticarme, a decir que iba a dejar de ser gitana, las madres de mis amigas les prohibieron estar conmigo y me eché atrás", lamenta.

Sin embargo, nunca ha perdido el gusanillo de los estudios y tras una temporada trabajando (primero en una tienda que montó con su hermana de cosas para el hogar, el negocio al que siempre se han dedicado sus padres y luego en Jaén --donde vivió al principio de su matrimonio--, como orientadora y mediadora de la Fundación del Secretariado Gitano), ahora ha decidido perfeccionar su formación para dedicarse a los niños. "Quiero estudiar un ciclo de grado superior de educación infantil que, además, puedo hacer a distancia, por internet", explica previendo que tendrá que compaginar apuntes con biberones.

Orgullosa de ser gitana, Sagrario critica la imagen que suele darse de este colectivo en programas como Callejeros , que emite la cadena televisiva Cuatro . "No todos somos como los que aparecen ahí, para nada", resalta. Precisamente para combatir esa imagen, cuenta que su marido y unos amigos dieron un concierto de flamenco el fin de semana pasado en Jaén y demostraron que "no todos son como los que aparecen en televisión". "Cada uno tenemos nuestro oficio y, por ejemplo, ellos son aficionados a la música, pero aparte uno es médico, otro maestro, otro topógrafo...".

Ella misma rompe estereotipos como el del abandono de los estudios, reenganchándose ahora, o los matrimonios de menos de 20 años. "Yo me casé con 25 y es lo normal en mi familia", detalla. Una familia, por cierto, a la que pronto espera dar una grata sorpresa con su vuelta a los libros, porque no en vano sus padres siempre le animaron a seguir con los estudios. "Me dio mucha pena dejarlo, pero fui cobarde, quizá era demasiado joven para enfrentarme a los rumores o a que mis amigos me dieran la espalda". Ahora ya no tiene dudas: "por estudiar no dejas de ser gitano, al contrario, puedes aprender mucho más sobre tus costumbres".