Mientras todo parece ocurrir con una carencia total de sentido común, los despropósitos se suceden muy en contra de aquellas propuestas que charlataneaban, en los púlpitos, los elegidos por el pueblo.

España va mal, con o sin sentido común. Y por más que la cúpula de un grupo de salvapatrias nos haga ver lo blanco, negro; no es otra cosa que más de lo mismo.

La ruina aflora en los hogares españoles, de igual manera que lo hace en las cuentas del Estado. Al Banco de España se le escucha poco.

Y es que, se ha convertido en un banco sordomudo e inservible; e imagino que dentro de poco y en señal de rebeldía, entrará en huelga de hambre, antes de que este desastre económico se lo adjudiquen a su admirada Economía.

Ensalzada como ciencia, pero no por los que ahora la obvian y la vilipendian, sino por otra casta de personas más sensatas. Al menos, en España nos queda la religión (bien dosificada en otros tiempos), para poder creer en los milagros que se suceden en la economía doméstica.