La hacienda de la Corona de Castilla estaba bajo mínimos en el siglo XVI y necesitaba poner en venta gran parte de su patrimonio, entre el que se incluyó varios pueblos de los alrededores de Trujillo. El protagonista de la operación fue el entonces obispo de Plasencia, Gutierre de Vargas Carvajal, que actuó como intermediario para que conocidos personajes de la sociedad y el gobierno de Trujillo --también los que consiguieron fortuna con Pizarro en Perú-- se hicieran con el dominio de los pueblos y se convirtieran en señores de vasallos. Así, Madroñera fue adquirida por Alonso Ruiz; La Cumbre por Pedro Barrantes; El Puerto por Diego de Vargas Carvajal; Torrecillas por Diego Pizarro de Hinojosa; Marta por Alvaro de Loaisa y Plasenzuela --con sus alquerías de El Guijo y Avililla-- por Juan de Vargas.

Esta operación desamortizadora, que provocó numerosos conflictos en su día, es el tema del libro publicado por la profesora titular del Departamento de Historia de la Uex y doctora en Historia Moderna, Rocío Sánchez Rubio, y su hermana M Angeles, profesora de Secundaria y doctora en Historia Medieval. Sendas investigadoras han publicado las conclusiones de su estudio en un libro titulado Señorialización en la tierra de Trujillo a mediados del siglo XVI , según difunde la Uex.

El origen de la investigación está en un encargo de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes para que estas historiadoras analizaran los dominios trujillanos en el XVI.

Las investigadoras desvelan que gracias al proceso de compra que se llevó a cabo se generó una valiosa documentación que se custodia en el Archivo Municipal de Trujillo y en el Archivo General de Simancas. Las ventas obligaron a efectuar exhaustivas mediciones de cuántos vecinos conformaban cada población y cuál era su término territorial lo que permite hacer una magnífica radiografía social de la época.

La Corona vendía a cada vecino --es decir, el propietario de una casa-- por 16.000 maravedíes.