Era necesario. Los, tantos años compañeros de José Manzano Pando; fallecido prematuramente, el 30 de marzo, de 2.020; --como ya se hiciera desde otros ámbitos municipal, o político--, tenían necesidad de despedirse de él. Su precoz adiós coincidió con el durísimo primer estado de alarma sanitaria. Sólo unos pocos familiares pudieron acompañarle el día de su entierro. Este lunes, 28 de junio, se cerró otra obligada página de reconocimiento y recuerdo, hacia la persona y la figura de quien desarrolló durante más de tres décadas su labor docente en el Instituto de Educación Secundaria, Maestro Juan Calero, del que, incluso llegó a ser su director.

  Un acto emotivo, discreto, breve, muy sencillo, como a Pepe, (nombre con el que todo el mundo lo conocía), le hubiera gustado. A las puertas del gimnasio del centro educativo se reunieron sus compañeros, personal no docente y familiares. Minutos antes, se había reunido el claustro, órgano de participación de todos los profesores del centro, al que tantos años había pertenecido. En esa misma entrada, como recuerdo perpetuo de quien también fuera profesor de gimnasia del Instituto, se ha colocado una placa en su memoria, que fue descubierta por sus hijas, Claudia e Irene.

Compañeros de Pepe Manzano durante el acto de reconocimiento Cedida

 Emocionante

 Manuel Barbecho, director del IES Juan Calero, agradeció la presencia de compañeros, amigos y familiares. En sus palabras reconoció públicamente la imagen de “honestidad y de nobleza”, del profesor. “Siempre de cara, sin verdades a medias, y sin dejar nunca a nadie indiferente”. También se refirió el director a lo ineludible de este homenaje: “Lamentablemente no pudimos abrazarte, ni consolarte en tus últimos días. Ni siquiera pudimos ofrecerte nuestro último adiós”. A todas luces, “era necesario ofrecerte este pequeño homenaje”. La alocución de Manuel Barbecho concluyó con un “hasta siempre, profesor. Descansa en paz, querido maestro”.

 A continuación, tomaron la palabra sus hijas, que acudieron acompañadas por su abuela, y madre de Pepe, Mercedes Pando, y por su tío y hermano del fallecido, Enrique Manzano. Agradecieron este homenaje, proveniente del Instituto “al que dedicó parte de su vida”. Sus hijas destacaron el amor de Pepe por su labor docente; “despertando la curiosidad entre el alumnado”, dentro y fuera de las aulas. “Si algo me regaló mi padre, fueron libros y ganas de aprender”, señaló Claudia. También se refirió a su faceta más humana. “Nuestro padre era una persona con carácter. No le gustaban las injusticias, y mucho menos la hipocresía. Sólo aquellos que le hemos comprendido y aceptado, sabemos que bajo esa armadura se escondía un corazón sensible y honesto”.