La avenida del Catovi

Ya se sabe que si quieres ver a un Catovi no tienes más que acercarte a Cánovas o la calle Pintores. Bueno, también lo puedes encontrar en Punta Umbría. Pero lo de esta semana ha sido excesivo.

La estancia de la Virgen en Santa María ha conseguido que incluso aquellos que no bajan hasta la plaza ni un solo día al año se acerquen por allí. No te extrañe que solamente veas a algunos una vez al año precisamente en estas fechas y en ese lugar. A nosotros ya no nos extraña que se forme un reguero inagotable de gente hacia la concatedral, lo que nos extrañaría sería que dijeras que tu no vas, pero se lo cuentas a un foráneo y no se lo cree.

Hay muchas cosas que pueden o incluso deberían estar altas, pues mi amigo Paco solo tiene alto el colesterol de manera que se ve obligado a pasear y estos días ha de cambiar su itinerario. No conozco un lugar en el que se produzca semejante peregrinación. A veces tengo la tentación de hacer un estudio sociológico para averiguar el horario de visitas según la edad y condición social de los visitantes. Incluso podría tratar de averiguar sus creencias pues no sería de extrañar que entre ellos los haya católicos practicantes, católicos de solo bautismo, ateos, agnósticos, protestantes e incluso budistas. Nunca he visto musulmanes.

Hace unos años subíamos mi amigo Tomás y yo por Pintores entre la multitud una vez que la Virgen se encaminaba hacia Santa María y solamente bajaba un matrimonio que naturalmente dada su trayectoria no era un Catovi y sorprendidos por el espectáculo nos preguntaron por tanta aglomeración de personas. «¿Qué ha pasado para que haya tanta gente?». Tomás les dijo: «Es que ha bajado la Virgen». Y el marido nos espetó: «No esperará que me lo crea». El pobre hombre no sabía que esta es una Virgen especial pues a cualquier otra la sacan de su ermita, la bajan y la suben pero esta baja sola. Nunca oirás a un Catovi decir: «Mañana bajamos a la Virgen». No, el Catovi asevera: «Mañana baja la Virgen». Ella solita.