En una década ha evolucionado la sociedad, las costumbres, los usos, la relación con la naturaleza. También los incendios. Así lo atestigua alguien acostumbrado a lidiar con ellos cada día. El responsable del Servicio de Prevención y Extinción de Incendios en Extremadura (Infoex), José Antonio Navalón, habla ya de «incendio de sexta generación», tal y como hacen mención los expertos en los últimos años. Precisa el significado de esta acepción: «aumentan en dificultad y en vegetación». Es decir, comparativamente, asegura que hay una cifra menor de incendio en relación a los grandes fuegos de los 80 o de los primeros años de los 2000, pero destaca que su efecto es más erosivo. «Ahora hay menos incendios pero son mucho más violentos y tienen más potencia», expone.

Sobre los condicionantes de esta evolución en los últimos años en el caso de Cáceres, hace hincapié en primer lugar al condicionante del éxodo rural. «El gran abandono que se produjo entre los 60 y 70 ha provocado que la población esté cada vez más envejecida, hace veinte años esa gente tenía vida activa pero ahora ya tiene 70 y 80 años, hay nacimientos pero esa nueva población cada vez tiene menos arraigo por las costumbres y las actividades más tradicionales como la agricultura y la ganadería, hay un abandono que acusamos desde 2010 hasta ahora por falta de cabreros, esto provoca que la vegetación sea cada vez mayor y esté más descuidada». También alude en relación a este punto el incremento de viviendas en las zonas rurales pero como segundas residencias, una cuestión que dificulta «el mantenimiento» de la zona debido a que la estancia es temporal.

Todo este asunto se complica debido un segundo factor que se ha acentuado con el tiempo: el cambio climático. «En los últimos 20 años hay un verano más largo y más caluroso, en septiembre batimos récords de 41 grados, son temperaturas de locura, a final de verano la vegetación está más seca y el calor no afloja».