Será el obispo número 119 en la larga historia de una diócesis que tiene quince siglos de antigüedad. Su elección se ha demorado casi dos años, pero Jesús Pulido Arriero fue proclamado ayer nuevo prelado de Coria-Cáceres, un nombramiento que se anunció a las doce del mediodía tanto en Roma como en la capital cacereña, donde las campanas se lanzaron a repicar durante varios minutos para celebrar que la diócesis ya tiene administrador apostólico y no está en sede vacante (había llegado a ser la que más tiempo llevaba en el país en esa situación). Tomará posesión de su cargo el 19 de febrero de 2022 en catedral de Santa María de la Asunción de Coria, y al día siguiente la concatedral cacereña acogerá una misa de bienvenida.

El administrador diocesano de Coria-Cáceres anuncia, ayer, el nombre del nuevo obispo. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

El nuevo obispo, natural de Toledo, llega con un perfil distinto al generalmente acostumbrado. No viene de una parroquia ni de ejercer labores similares en una diócesis concreta. Miembro de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, su vocación es la formación se seminaristas y religiosos, labor que le ha llevado a desarrollar distintas responsabilidades en Roma durante largos años, incluida la de oficial de la primera sección de la Secretaría de Estado de la Santa Sede (2003-2015). En la actualidad es secretario técnico de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, dentro de la Conferencia Episcopal Española (desde 2017), y director de la Biblioteca de Autores Cristianos (desde 2018).

Ayer compareció en el Arzobispado de Toledo, paradójicamente junto a Francisco Cerro, actual arzobispo y anterior obispo de Cáceres. «Afloran en mí sentimientos de emoción con ocasión de mi nombramiento», dijo, agradeciendo «de corazón» la confianza que le dispensa el Papa Francisco para el nuevo ministerio episcopal. «Tras casi dos años de sede vacante, sucedo en esta para mí ya querida diócesis a D. Francisco Cerro, que ha dejado tras de sí una Iglesia joven y renovada», destacó Jesús Pulido.

DIEZ OBISPOS EN LOS ÚLTIMOS CIEN AÑOS

Durante la última centuria han sido diez los obispos que han guiado la diócesis de Coria-Cáceres. En 1920 fue nombrado Pedro Segura Sáenz, que ejerció su cargo hasta 1927 y entre cuyos logros destacaron las ayudas de Alfonso XIII para la comarca hurdana y la fundación del diario ‘Extremadura’. Luego le sucedieron Dionisio Moreno Barrios (1928-1934); Fray Francisco Barbado Viejo (1935-1945); Francisco Cavero Tormo (1943-1949); Manuel Llopis Ivorra (1950-1977); Jesús Domínguez Gómez (1977-1990); Ciriaco Benavente Mateos (1992-2006); Francisco Cerro Chaves (2007-2019) y Jesús Pulido Arriero, recién nombradoDiez obispos en los cien últimos años


En los círculos eclesiásticos de Coria-Cáceres se da la bienvenida a esta designación. Es cierto que se habían barajado varios nombres y que en las últimas semanas se consideraba la posibilidad de que el actual administrador diocesano, Diego Zambrano, fuera finalmente nombrado obispo, como ha sucedido en algunas diócesis. Y ello porque su labor durante estos dos años de sede vacante ha sido muy valorada dentro y fuera de la Iglesia. Aun así, el nombramiento de Jesús Pulido fue ayer acogido con satisfacción, como «un regalo», según dijo el propio Diego Zambrano durante una comparecencia pública para anunciar la noticia en el Obispado, ya que la diócesis retomará su dinamismo con un prelado al frente. La situación se estaba alargando desde que el 27 de diciembre de 2019, el entonces obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro Chaves, fuera nombrado arzobispo de Toledo.

Un sínodo reciente

El aún sacerdote Jesús Pulido tendrá primero que familiarizarse con su nuevo destino. Se trata de una diócesis con una extensión de 10.052 km² y unos 250.000 habitantes, sufragánea de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz. Además acaba de vivir un momento singular: el decimocuarto sínodo en sus mil quinientos años de historia, en el que más de trescientos colectivos han fijado los planes pastorales y los objetivos de trabajo para las próximas décadas, de ahí la relevancia de iniciar ese camino con un pastor apostólico a la cabeza.

En cualquier caso, tiempo hay por delante para que el nuevo prelado se ponga al día. El próximo 16 de diciembre, los miembros del Colegio de Consultores de la diócesis acudirán a reunirse con él en Madrid. El propio administrador diocesano, Diego Zambrano, ya mantuvo un encuentro el pasado viernes con Jesús Pulido antes de su nombramiento oficial por el Pontífice. «Nos reunimos unas tres horas para preparar esta rueda de prensa (en la que ayer se anunció su nombramiento) y para explicarle un poco nuestra situación. Le llevé un dossier que he ido preparando con información general sobre la diócesis», desveló.

«El nuevo obispo es consciente de que viene a una Iglesia diocesana que lleva caminando ya mucho tiempo, que acabamos de celebrar un sínodo, y que tenemos unas orientaciones pastorales para el periodo 2019-2024. Su deseo es sumarse a este proyecto», señaló el administrador, convencido de que la diócesis se volcará en el nuevo periodo y que el prelado tendrá «la ayuda de los sacerdotes y del pueblo de Dios». «Él cuenta con todos», dijo. Como suele ser habitual, el futuro obispo no se trasladará oficialmente a la diócesis hasta dos días antes de su ordenación episcopal. Sí podría hacer alguna visita informal para conocer el palacio episcopal, su casa. No todas las diócesis ofrecen como residencia un monumento que hunde sus raíces en el siglo XIII, cuya portada renacentista de 1587 alberga medallones con figuras de indios americanos, y donde en 1583 se alojó el propio Felipe II al volver de su coronación como rey de Portugal.

¿Guadalupe más próxima?

La paradoja de que en estos momentos haya un arzobispo extremeño en Toledo (Francisco Cerro), y un obispo toledano en Extremadura (Jesús Pulido) llevó ayer a la prensa cacereña a preguntar sobre la posibilidad de que esta circunstancia acerque el Monasterio de Guadalupe a la jurisdicción regional. Diego Zambrano, que continuará como administrador apostólico hasta la ordenación del nuevo obispo, recordó que «la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz se creó hace 25 años, y desde entonces todos sus pastores han ido trabajando con esa intención. Es un asunto que está en la Santa Sede. El deseo de don Jesús Pulido es sumarse a lo que se viene haciendo en esta provincia eclesiástica».

BIOGRAFÍA: DOCENCIA, DIRECCIÓN, EDICIÓN...

El nuevo obispo de Coria-Cáceres tiene un currículo destacado en cuanto a su labor formadora, divulgadora y editorial dentro de la Iglesia. Nacido en Santa Ana de Pusa (provincia de Toledo) el 21 de febrero de 1965, realizó los estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, obteniendo el título de bachiller en Teología en 1987. Es también licenciado en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico (Roma, 1990) y Doctorado en Teología Espiritual por el Pontificio Instituto de Espiritualidad Teresianum (Roma, 2015).

Fue ordenado sacerdote el 31 de julio de 1990. Un año antes ya se había convertido en miembro de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, un colectivo orientado a la formación de seminaristas y sacerdotes, colectivo al que ha estado vinculada su tarea dentro de la Iglesia. Sus principales oficios han sido: director espiritual de Aspirantado Menor Maestro Ávila de Salamanca. (1990-1992), director de publicaciones de Ediciones Sígueme de Salamanca (1990-1999); vicerrector del Pontificio Colegio Español de Roma (2000-2002); secretario de la Hermandad de Sacerdotes Operarios en Roma (2002-2014); vicedirector de la misma (2008-2014); consultor de la Congregación para la Educación Católica (2004-2016); oficial de la primera sección de la secretaría de Estado de la Santa Sede (2003-2015); y vicerrector del Colegio Venezolano de Roma (2014-2015) y del Seminario Mayor de San Carlos y San Ambrosio de La Habana (2015-2016). Actualmente es secretario técnico de la Comisión Episcopal para la doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española. Al mismo tiempo, ejerce como director de la Editorial Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).

Fruto de sus estudios y de su larga experiencia al servicio de la Iglesia, ha desarrollado diversas publicaciones, muchas centradas en la figura de San Juan de Ávila y otras como el ‘Vocabulario griego del Nuevo Testamento’. 

Durante la comparecencia de ayer en el Obispado de Coria-Cáceres para anunciar el nombre del prelado, estuvieron presentes los miembros del Colegio de Consultores de la diócesis, quienes a través del vicario de Pastoral, Jesús Moreno, destacaron la labor realizada desde marzo de 2020 por Diego Zambrano como administrador diocesano. «Queremos agradecerle la entrega, generosidad y dedicación que ha mostrado. Cuando le elegimos no pensábamos que iba a ser para un periodo de dos años y tampoco que iba a venir una pandemia. Han sido momentos difíciles, muy dolorosos, en los que ha habido que tomar decisiones a veces rápidas que cuestan mucho», rubricó Jesús Moreno.

Por su parte, Diego Zambrano devolvió el agradecimiento por el apoyo que ha sentido en circunstancias tan especiales «desde todo el Colegio de Consultores, los compañeros de la junta de gobierno y en general de toda la Diócesis de Coria-Cáceres». «Hemos hecho lo que teníamos que hacer, somos servidores útiles», concluyó. 

CARTA DEL NUEVO PRELADO, JESÚS PULIDO, A LA DIÓCESIS:

Queridos hermanos y hermanas. ¡La paz esté con todos vosotros! Cuando el Señor Jesús llamó a los Doce Apóstoles por su nombre y los envió a proclamar el Reino, les dijo que en la aldea o ciudad donde llegasen dieran el saludo de paz, rogando hospitalidad y acogida. El Señor, a través de la Iglesia, ha pronunciado mi nombre inmerecidamente para enviarme a anunciar el Evangelio entre vosotros (Mt 10, 1ss). Aunque me siento un hombre de labios impuros como Isaías y pequeño como Jeremías, con temor y temblor, fiado en su gracia, me he lanzado a decir: «Aquí estoy, Señor, mándame» (Is 6,8). Siguiendo las instrucciones de Jesús, también yo imploro, como aquellos primeros Apóstoles, vuestra acogida, benevolencia y comprensión. Os ruego sobre todo vuestra oración para que pueda ser de verdad el Pastor que Dios quiere y que la diócesis de Coria-Cáceres necesita. Aunque lo que soy para vosotros me asusta y me da vértigo, lo que soy con vosotros me consuela y me estimula. A partir de este momento, mi santificación y mi salvación están unidas a las vuestras.

 Ya he tenido ocasión de encontrarme con D. Diego Zambrano, administrador diocesano, que, durante estos dos últimos años, marcados por la pandemia, ha regido la diócesis con acierto y prudencia. Me ha recibido con los brazos abiertos, con gozo y sentido eclesial. Que Dios le pague tanta entrega y generosidad. A través de él he sabido de la riqueza pastoral de la Iglesia que peregrina en Coria-Cáceres. Una Iglesia enormemente bendecida por el Señor, que cuenta con un buen número de sacerdotes y religiosos entregados plenamente a la misión evangelizadora en parroquias y en diversos ministerios, con diáconos permanentes que cuidan con esmero la liturgia y el ejercicio de la caridad, con Seminario mayor y menor que son el corazón de la diócesis y promesa de esperanza, con numerosas comunidades de vida consagrada activa y contemplativa que enriquecen la Iglesia particular con una gran variedad de carismas, con múltiples y florecientes asociaciones y movimientos apostólicos, con Caritas diocesana y parroquial bien organizada y en coordinación con las instituciones públicas, con centros educativos, asistenciales y de espiritualidad…

A todos mi saludo, mi reconocimiento y mi aprecio. Como a tierra sagrada, quiero acercarme ‘descalzo’ a este templo espiritual, construido con piedras vivas, que es la Iglesia de Coria-Cáceres. Soy consciente de que es mucho más lo que tengo que aprender que lo que puedo aportar. Pero me siento enormemente agraciado y me salen espontáneamente del corazón las palabras del Salmo: «Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad» (Sal 15,6).

Mi mayor deseo es integrarme también yo en la edificación de esta Iglesia en marcha. Hago mías las orientaciones pastorales emanadas del XIV Sínodo diocesano que constituyen un auténtico plan pastoral para los próximos años: una Iglesia misionera en continua conversión. No podemos ser misioneros que anuncian del Evangelio y apresuran el proyecto humanizador del Reino de Dios si no somos a la vez discípulos fieles de Jesús en constante renovación personal y comunitaria. 

Saludo con mi mayor consideración y respeto a Mons. Francisco Cerro, anterior Obispo de Coria-Cáceres. Su clarividencia al convocar el Sínodo diocesano puso a la diócesis en sintonía con «la nueva etapa evangelizadora» impulsada por el Papa Francisco, adelantándose a los propios pasos del Romano Pontífice. El proceso sinodal rejuvenece y renueva la Iglesia. Agradezco de corazón al Santo Padre Francisco la confianza que me ha dispensado pensando en mí para este servicio, y deseo expresar públicamente mi adhesión afectiva a su persona y obediente a su magisterio.

A las autoridades responsables de la vida pública, locales, provinciales y autonómicas, civiles, militares, judiciales, académicas y culturales de esta comunidad extremeña, quiero presentarles mis respetos y ofrecer, como ha sido siempre, la colaboración de la Iglesia diocesana en el empeño por el bien común, para construir una sociedad cada vez más justa y fraterna, atenta a los más pobres y necesitados.

Saludo también a todos los hombres y mujeres de buena voluntad de Coria-Cáceres. Como conciudadano y vecino, ofrezco mi cercanía y amistad para compartir la vida, las dificultades y las alegrías, y también pongo a su disposición mi ministerio.

En cuanto nos permitan las limitaciones sanitarias, todos están invitados a la ordenación episcopal, que tendrá lugar, Dios mediante, el día 19 de febrero de 2022 en la hermosa y recientemente restaurada catedral de Santa María de la Asunción de Coria.

Me acojo al seguro amparo de Santa María, Madre de Dios, a la que se venera en estas tierras con advocaciones tan entrañables como Argeme y la Montaña. Pido a san Pedro de Alcántara, patrono de la diócesis, y a todos los santos extremeños, que intercedan por mí.

Con el deseo de un santo adviento, que el Señor bendiga a todos.