visita el santuario y oficia su primera eucaristía tras ser ordenado en coria este sábado

El obispo sube a la Montaña de Cáceres

Cáceres arropa en su primer acto oficial en la concatedral al prelado Jesús Pulido, el quinto de Coria-Cáceres y el 119 desde que se fundó la diócesis, que fue solo de Coria hasta 1957

El obispo de la diócesis Coria-Cáceres en su primera homilía en la concatedral de Santa María.

El obispo de la diócesis Coria-Cáceres en su primera homilía en la concatedral de Santa María. / CarlaGraw

Simbólicos fueron los primeros pasos en la capital cacereña del nuevo obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres, Jesús Pulido, tras su ordenación en Coria este pasado sábado. El prelado quiso que su primer acto oficial en la ciudad transcurriera en uno de los lugares más sagrados y emblemáticos para los cacereños, el santuario de la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres. Horas más tarde ofició, también en otro de los templos más representativos, la concatedral de Santa María, su primera eucaristía ante un aforo al completo que le recibió entre ovaciones. 

En la que fue su primera peregrinación a la Montaña, el recién nombrado obispo, el quinto de Coria-Cáceres y el 119 desde que se fundó la diócesis, que fue solo de Coria hasta 1957, fue recibido por una representación de la hermandad, recorrió el camarín de la patrona, la exposición de mantos y recibió la medalla de directivo. Tras el encuentro, el hermano mayor de la cofradía, Juan Carlos Fernández Rincón, definió en declaraciones a este diario a monseñor Jesús Pulido como «encantador», «cercano» y con «la mente clara». 

El obispo Jesús Pulido acompañado del administrador diocesano Diego Zambrano saluda a los fieles concentrados en la puerta de la concatedral, este domingo.

El obispo Jesús Pulido acompañado del administrador diocesano Diego Zambrano saluda a los fieles concentrados en la puerta de la concatedral, este domingo. / CarlaGraw

Tras el gesto de la mañana, quiso también el obispo encomendarse a la Virgen de la Montaña en su acto de la tarde, la que fue su primera eucaristía en la concatedral. 

Una multitud de fieles aguardaba su llegada entre cánticos y proclamas de «¡Bienvenido obispo!» y aplausos tras su entrada al templo. Acompañado del cabildo y de una representación de los sacerdotes cacereños, ofició su primera homilía en la que aprovechó, tal y como hiciera el sábado en su ordenación en la catedral de Coria, para mostrar su «gratitud» a la diócesis «por su afecto y su acogida», «a los que han organizado los actos, al cabildo, al administrador diocesano Diego Zambrano, a las autoridades y a los ciudadanos». También agradeció a la coral de Santa María de la Montaña, que ofreció el acompañamiento musical.   

En su intervención, manifestó su deseo de «entrega a las personas más necesitadas» y anunció que intercederá para que la diócesis se distinga «por ser acogedores y solidarios» para «que nadie se sienta extraño entre nosotros». Cerró la eucaristía con el mismo simbolismo con el que acompañó su primer día en Cáceres, invitando a los asistentes a entonar el himno de la patrona.