El ayuntamiento sigue en su objetivo de potenciar la Ribera del Marco y ahora lo hace con un gesto: el de organizar una exposición, única hasta ahora, sobre Fuente Rocha, una de las más tradicionales del río de Cáceres. Se puede ver en el Palacio de la Isla, que muestra como ‘Documento del Mes’ de abril el plano del puente realizado por el arquitecto municipal en 1931 para sustituir una de las pasaderas que comunicaban la Ribera de Curtidores con Fuente Rocha.

Y es que la Ribera conserva una serie de elementos que definen su uso a través de los siglos, como las pesqueras que permitían embalsar agua para mover las piedras molineras, las instalaciones donde se curtían pieles o huertas y molinos que, durante siglos, fueron lugares para el trabajo y la vida de muchas generaciones de cacereños. Los siete kilómetros que conforman el rio de Cáceres llegaron a tener hasta 25 molinos, la mayoría desaparecidos.

Imagen de Fuente Rocha. MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Otros componentes de la Ribera son aquellos relacionados con su tránsito, como eran los puentes que permitían circular por ambas orillas donde se encontraban las huertas y molinos. Algunos de esos puentes eran de gran tamaño, acorde al paso de carretas y otros más pequeños que sólo permitían el paso de bestias. Cuando no existía puente se colocaban una serie de piedras que de forma horizontal constituían las 'paseras’ o pasaderas, únicamente adecuadas para el paso de personas, pasaderas que cuando subía el nivel del caudal del rio eran intransitables.

Agua de Fuente Rocha. MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

El documento de la Isla se corresponde con el plano del puente realizado en 1931 por el arquitecto municipal Ángel Pérez para sustituir una de esas pasaderas que comunicaban Curtidores con Fuente Rocha, un camino de paso para hortelanos que necesitaban de su uso para desplazarse de un lado a otro de la ribera. En el plano se puede observar la antigua pasadera junto a un viejo molino en ruinas, actualmente rehabilitado como vivienda, así como las huertas colindantes, sus límites y nombre de sus propietarios. Un documento que nos aproxima a la vida de una ribera que durante siglos ha estado presente en el desarrollo histórico de Cáceres.

Siguiendo por la Ronda de Vadillo los caminantes hacen parada en Fuente Rocha, que en su origen se llamó de Curtidores y que hasta 1964 se utilizó para el riego pese a su insuficiente caudal. El lugar forma parte de ese corredor de siete kilómetros que desde la Fuente del Rey hasta la desembocadura del Guadiloba conforma la Ribera, ayer un idílico paisaje, hoy en orfandad, merced al cual creció el Cáceres de la Prehistoria y en cuyo entorno se desarrollaron los oficios tradicionales que convivían junto a la muralla: los curtidos de pieles, los tintes de tejidos, las huertas y los molinos de trigo.

Rejas de Fuente Rocha. MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Su declive comenzó en la década de los 40. Con la implantación de la energía eléctrica en la industria, se dejó de depender de la fuerza del agua y se dio paso a un nuevo modelo de producción, menos artesanal, que arrastró al Marco a su desolación. En Fuente Rocha, donde la Ribera se estrangula por el monstruo de un colector de hormigón que la cercena, hay algunas monedas que aún tiran los cacereños en busca de mitos y buenos deseos, o esperanzados en hallar el amor eterno. Pero son monedas sin corola, como flores secas que esperan ser exoneradas por la marca del agua.

Durante años, a Fuente Rocha le cerraron los caños, condenados a prisión, privados de su función social. Y así estuvo, convidada de piedra, un adorno más de ladrillo macizo sin placer y sin fortuna, hilada su agua en el olvido. Hoy vuelve a brotar de su circuito efímero mientras el tráfico no deja tiempo a detenerse, lejos de la algarabía que tuvo en el pasado, cuando el río de Cáceres era patria y canal, y el aire perfumado traía el aliento de los lirios.