Trabajadora del sector del comercio y madre de dos niños de 6 años y 10 meses, María Mojonero, de 37 años, es desde 2018 la dirigente más joven del movimiento vecinal cacereño. Está al frente de la asociación Sierra de San Pedro, situada junto al Poblado Minero (Río Tinto), en la salida hacia la carretera de Badajoz. Llegó a la presidencia de forma completamente inesperada, pero ahora lo tiene claro: «Asociarse es el modo de avanzar».

El colectivo se creó literalmente en el parque de la barriada, formada por una inmensa mayoría de familias jóvenes con hijos. «Los padres y madres hablábamos continuamente de las deficiencias de una zona muy nuevas a la que por tanto le faltaban y le siguen faltando muchas cosas. Empezamos a pensar que lo oportuno era organizarnos para pedir que se subsanaran. Y así fue como creamos la asociación vecinal en una reunión en el mismo parque, que al final se ha convertido en nuestra segunda casa, en principio sin saber mucho y sin saber muy bien cómo teníamos que hacer las cosas», confiesa.

María encabeza desde 2018 la directiva. «Nos hemos dado cuenta de que el movimiento vecinal es muy importante, es el modo de conseguir avances para los barrios, aunque los trámites sean lentos», reconoce. «Antes las parcelas no se limpiaban, los pastos cubrían todo y apenas venía la policía a patrullar la zona. Ahora se han atendido estas cuestiones, han construido un paso de peatones en un lugar peligroso y tenemos un despacho en el Embarcadero», señala.

Logros pendientes

Sierra de San Pedro está llamado a ser uno de los barrios con más crecimiento cuando se retome la construcción, porque fue de los últimos en desarrollarse y tiene diversos solares. Mientras tanto queda camino por recorrer, y quieren hacerlo desde la asociación: «Necesitamos reforzar aún más la seguridad y conseguir servicios en el barrio, porque todavía hay pocos edificios y tenemos que desplazarnos fuera para todo». Ir al colegio, al supermercado o al médico exige coger prácticamente el autobús, y la Línea 8 se colapsa. «También nos gustaría tener una sede vecinal porque, aunque nos ceden espacio en el Embarcadero, nos vemos limitados a la hora de organizar eventos, especialmente si llueve», concluye.