Muchos cacereños llevan décadas eligiéndolas en el supermercado y poniéndolas en la mesa de los cumpleaños, en los aperitivos del domingo y en la cesta campera, pero ahora también las conocen en el resto del país. Ahora se ha publicado un ranking nacional con las mejores patatas fritas de bolsa. Para ello ha tenido en cuenta su elaboración, sus materias primas, ese crujir que las hace indispensables y hasta el punto de sal. ¿Y cuál ocupa el pódium? ¿Cuál se ha hecho con el maillot amarillo de los snacks por excelencia? Las patatas fritas ‘El Gallo’, cuyo origen se remonta a los años 30, siempre en Cáceres.

El estudio, recogido por el Periódico de España, destaca que son más de 80 años los que ‘El Gallo’ lleva produciendo y comercializando sus patatas, «la mejor señal de su calidad y buen hacer». «Esta empresa las exporta fuera de su provincia natal en contadas ocasiones», agrega, «por lo que es difícil encontrarlas en otras ciudades» (un privilegio de Cáceres, que también tiene sus placeres exclusivos). Y prosigue: «Sus patatas son algo más aceitosas de lo habitual, de corte tirando a grueso y mordisco crocante». El informe añade un detalle esencial: «Fritas en aceite de girasol». Y una conclusión final: «¡Toda una perdición!»

"Un orgullo enorme"

El periódico se ha puesto en contacto con José Miguel Condón, uno de los propietarios de esta empresa, que mantiene su perfil familiar y su ubicación tradicional en el polígono Las Capellanías de Cáceres. «Para nosotros supone un orgullo enorme y además ha sido una gran sorpresa, nos hemos quedado con la boca abierta al conocerlo», confiesa.

José Miguel atiende a la prensa con la humildad del trabajador que tiene un jueves complicado. Mientras responde va dando instrucciones a su personal, un total de cuatro en plantilla, porque es una firma pequeña con el estrés que supone cualquier firma pequeña. De hecho, ‘El Gallo’ tiene los pies (o los espolones) en el suelo. Las pretensiones nunca le han quitado el sueño a la familia. «Solo vendemos en Extremadura, no las sacamos a otras regiones». Y aunque José Miguel reconoce que estos rankings son un estímulo extraordinario, puesto que acaban de recibir la etiqueta de las mejores patatas fritas de España, sus razones para mantenerse a pequeña escala tienen un fundamento sensato: «El mercado está complicado, y más ahora. Meterte en una ampliación así en estos momentos y ponerte a invertir es difícil no solo en nuestro sector, sino en cualquiera», reflexiona. «Pero bueno..., todo se irá estudiando», agrega para no cerrar puertas.

Y es que ‘El Gallo’ se ha medido a un gremio que incluye muchos productos e incluso multinacionales. ¿Quién no conoce al menos dos marcas de patatas fritas que se anuncian en televisión desde hace años, con un ejército de creativos detrás para buscar el mejor gancho? Pues ni con esas. El sabor y la calidad de las patatas cacereñas han dado la campanada.

Ingrediente: «mucho cariño»

«La producción varía según las circunstancias, pero ahora mismo venimos preparando unos 1.200 kilos de patatas al día», explica José Miguel Condón. Era inevitable preguntarle por el ‘truco’ de su punto final. «Hacerlas con mucho cariño», responde. Razón no le falta, pero el secreto se lo guarda.

Y es que la familia Condón lleva casi un siglo elaborando estas y otras delicias. Todo comenzó en 1928, cuando el fundador de la empresa, Nicolás Condón Leal, regresó del servicio militar y decidió iniciar su elaboración en la calle Sande, donde tenía su vivienda. Lo hacía en una hornilla de ladrillo y barro, que calentaba con leña y carbón. Allí freía las patatas que después distribuía en capiruchos de papel de estraza (producía unos 30 al día), y vendía por las calles de la ciudad, además de cacahuetes, almendras y castañas asadas.

De apodo ‘El Gallo’, Nicolás tuvo cuatro hijos que comenzaron a ayudarle y años más tarde trasladaron la empresa a una cochera de la plaza de la Audiencia, donde abrieron una freiduría. Allí les conoció medio Cáceres. Luego se mudaron a la calle Antonio Silva, donde les acabó de conocer el otro medio. Ya en 1975 desembarcaron en una nave industrial de Capellanías, más mecanizada para tratar mayores cantidades, pero siempre mantuvieron su esencia artesanal.

El fundador vio como sus hijos siguieron el negocio y la empresa ya había alcanzado en el año 2001 una producción diaria de 6.000 bolsas de patatas fritas en la planta de Capellanías, en la que ya trabajaban incluso sus nietos. La familia siempre se mantuvo firme en la elaboración de un producto prácticamente casero y natural, y que ha conservado la misma fórmula. Solo han cambiado aquella sartén de Nicolás por los grandes recipientes llenos de aceite donde se da salida a la producción diaria.

Buena patata, buen aceite

El proceso que sigue empleando esta empresa familiar es distinto a los modernos trenes de elaboración continua que utilizan las marcas con mayores ventas. También tiene muy en cuenta la materia prima, considerando que las patatas deben presentar unas cualidades especiales para ser fritas. Además se pone especial cuidado en el aceite. Una vez listas, estas patatas se pueden tomar de distintas formas y en eso los cacereños pueden ofrecer múltiples opciones: solas, con gazpacho, con pan, con carne o en ‘bicicleta’ (dos piezas abrazando una anchoa). Ya es cuestión de gustos. 

EL RANKING

1. ‘El Gallo’. Los snacks cacereños lideran el listado.

2. ‘Espinaler’. Elaboradas desde 1896 en la localidad barcelonesa de Vilassar de Mar, a partir de materia prima soriana, con oliva y sal.

3. ‘Perdi’. «Crujientes, sabrosas, en su punto perfecto de sal», dice el estudio sobre este producto de Aracena (Huelva).

4. ‘El Valle’. Fritas en aceite de girasol en Villena (Alicante), alcanzan «un crujiente del que es difícil olvidarse», destaca el informe.

5. ‘San Nicasio’. Son cordobesas y tienen numerosos galardones. Fritas en aceite de oliva de Priego.

6. ‘Añavieja’. De nuevo Soria, capital mundial de la patata, ofrece un producto de premio.

7. ‘Rubio’. Variedad de corte extra grueso, adecuada para ponerla de base con mejillón, berberecho, ensaladilla...