Incide en la prevención con los jóvenes para mostrarles que hay alternativas de ocio antes que el alcohol

«Bebía a escondidas para calmar la ansiedad que me causó la bulimia»

La cacereña Dori Higuero narra el drama que vivió con el alcohol a causa de los trastornos alimenticios que sufrió. La ayuda de su familia y de la Asociación Apoyat fueron vitales para salir del pozo y lograr la rehabilitación

Dori Higuero, delante de la entrada de este periódico, posa con una sonrisa e irradia ganas de vivir.

Dori Higuero, delante de la entrada de este periódico, posa con una sonrisa e irradia ganas de vivir. / LORENZO CORDERO

La anorexia nerviosa, la bulimia y el alcohol fueron las piedras del camino vital de Dori Higuero (Arroyo de la Luz, 1976). Un trayecto lleno de obstáculos y de dolor que ella misma se encargó de despejar a base de ayuda profesional, amor y coraje. Estudió Historia del Arte en la UEx, trabajó casi ocho años en este diario, fue promotora cultural… y consiguió sacarse una plaza como funcionaria en el SES. Pero mucho más importante que todo eso es que tiene amigos que la quieren, una pareja que la apoya y una familia que no la soltó en ningún momento. «Con el tiempo la bulimia llegó a intercalarse con episodios de alcoholismo en los que, ante la ansiedad, bebía a escondidas en mi habitación para calmarla y poder dormir tranquila», rememora Dori.

Hoy a sus 46 años las mantiene a raya. Con su vida rehecha, sonríe mientras explica que se siente libre y llena de autoestima porque antes vivía en una prisión constante. Es valiente al ponerle voz y rostro a unos trastornos mentales que están muy ocultos en la sociedad. «Lo más difícil es haberle hecho daño a mis seres queridos, que se sintieran culpables por no haberlo sabido evitar. Mi negación era enorme y no quería que nadie me controlara por miedo y por vergüenza. Luchaba contra la imagen que me devolvía el espejo. Un monstruo terrible. Cuando era una adolescente no se oía casi nada sobre la anorexia y la bulimia. Es una enfermedad que te estigmatiza bastante», resalta Higuero.

Hay una fecha en el calendario que nunca podrá olvidar. «El 17/12/2019 es como mi segundo cumpleaños. Han pasado casi cuatro años desde que crucé la puerta de la Comunidad Terapéutica de Apoyat (Villanueva de la Serena) y no he vuelto a probar ni una gota de alcohol. La mejor decisión que tomé nunca. Reconozco que al principio se pasa mal y afloran los nervios, pero poco a poco, fui sintiéndome más liberada. Me enseñaron a ser capaz de enfrentarme a algo que pensaba que no podía, y eso fue, sin duda, lo que más aumentó mi autoestima», apunta. Y deja claro que se declara «muy agradecida» a Apoyat. 

En este momento su objetivo, dice, es poder ayudar a las personas que continúan inmersas en la oscuridad. Higuero colabora con la Asociación AMADE e imparte charlas. «La percepción social de la bebida cambia por completo según si la toman los hombres o las mujeres. Da igual la edad, el estatus o el entorno que tengas, si tienes un problema con el alcohol, la anorexia, la bulimia... y te da pánico contarlo, pide ayuda. Quiero decirles que no están solos. Ya sé que es una frase muy típica, pero cuando estamos ahí dentro sentimos que no hay nadie. Yo me aislé de todos los que me querían, y en realidad hay mucha gente que nos está apoyando».

Incide en la «importancia de la prevención con los jóvenes para mostrarles que hay infinidad de alternativas de ocio antes que el botellón». Y, sobre todo, para no olvidar que «lo más importante es no darles de lado, porque no se trata de borrachos, drogadictos, anoréxicos ni de bulímicos, sino de enfermos», concluye con una sonrisa de nuevo en su rostro que irradia ganas de vivir.

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