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Cáceres, ¡Garrote! en bucle

El chef más laureado de la historia de la gastronomía española conquista en su cena en Oquendo cocinada por Pablo Medrano. La estrella Martín Berasategui vuelve a brillar

Berasategui cena en el restaurante Oquendo de Cáceres

EP

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

En esta ciudad, el cocinero Pablo Medrano siempre ha sido el que se sentaba a la derecha del Padre, pero la noche del jueves nos dimos el gustazo de recibir en el restaurante Oquendo al mismísimo Padre, el que para este país es como los Rolling al rock and roll: el número 1. Y seguramente nunca habrá nadie igual. Se lo dijo el abogado cacereño Raúl Fuentes a Martín Berasategui, el chef donostierra más laureado de este país, que acaba de recibir su estrella Michelín número 13 y que suma ya más de 50 años en los fogones.

La cosa es que el pasado septiembre Pablo Medrano se jubiló como cocinero y propietario de Oquendo, el restaurante de la calle de los Obispos, aunque nosotros siempre recordaremos con cierta nostalgia sus comienzos en la avenida Virgen de la Montaña, en ese local con reservados donde disfrutamos de tantas noches de vino y rosas.

Acudió el cocinero Alex Hernández, de Versátil, o el hostelero cacereño Youssef Bakhti

Fue hace apenas dos meses cuando el empresario Paco Piñero (de Electrocash) fundó la sociedad Oquendo Gastronomía, junto a Raúl Fuentes (maestro de la dicción), el alto arquitecto Alberto Latín y el también empresario José Rodríguez, gerente de Exproluma, que ya solo con el acento conquista y que tiene una capacidad innata para estar con la misma dignidad en un foro empresarial que en una fiesta de promoción de instituto del 96; vamos, que lo mismo te vale para un roto que para un descosido.

Por la tarde, Piñero cedió sus instalaciones en Maltravieso para que la cadena de electrodomésticos Beko acogiera el acto donde se dieron a conocer los datos de la segunda edición del Estudio de Sostenibilidad y Eficiencia Energética centrado en los hábitos de consumo de los extremeños. A la cita no faltó Manuel Royo (director de marketing de Beko Iberia), que estaba más contento que unas castañuelas. No es para menos teniendo en cuenta que se llevaron al sarao a Berasategui, al que luego le ofrecieron una cena en Oquendo.

En Oquendo. Berasategui y Pablo Medrano con la plantilla del restaurante cacereño.

En Oquendo. Berasategui y Pablo Medrano con la plantilla del restaurante cacereño. / Miguel Ángel Muñoz Rubio

El goxua

Cierto es que Pablo Medrano ya está jubilado, pero hizo una excepción en su ‘agenda de la buena vida’ para preparar el menú con el que obsequiaron a su colega y a un escogido grupo de comensales. Así que a Medrano, acompañado por su mujer, Julia Moreno, se le veía pletórico volviendo a la que siempre ha sido su cocina y preparando un menú del que destacaron, sin duda, la carrillera (de ibérico, por supuesto) y el goxua. Es lógico que este postre tradicional de la cocina vasca signifique «dulce, rico», porque ese monumento de nata montada, bizcocho ‘emborrachado’ y crema pastelera estaba para chuparse los dedos.

Berasategui se llevó, cómo no, todos los selfies del mundo. Y conquistó con ‘Garrote’, su palabra talismán, que ha logrado hasta colar en la RAE y que a su inteligente juicio significa «actitud, ganas, nunca quejarse, siempre sumar y multiplicar y nunca restar y dividir. ¡Con ‘garrote’ se consigue el mundo!».

Martín compartió mesa con Manolo García Barra, que para todos es Manolo el del Tambo, un madrileño que llegó a la ciudad con 7 años cuando a su padre lo trasladaron aquí para trabajar en la construcción de la Residencia Sanitaria y que con sus socios Manuel Ollero y Ángel Pérez levantaron en 1979 en la calle Alfonso IX el primer híper que tuvo Cáceres.

¡Garrote!. Los empresarios cacereños junto a los cocineros.

¡Garrote!. Los empresarios cacereños junto a los cocineros. / Miguel Ángel Muñoz Rubio

Manolo está hecho un chaval. Hacía tiempo que no se le veía en esto del alterne cacereño, pero sigue con su retranca, con esa habilidad en las relaciones sociales y ese olfato empresarial con el que ha logrado hacer un imperio. Porque Manolo es ‘muy largo’, y muy listo, tanto que la aparición de Tambo causó furor en Cáceres: eso de comprar con carritos, de elegir tu mercancía, de entrar en un híper con cafetería, juguetería, perfumería, bazar... era una fantasía en aquella España de las postrimerías de la década de los 70.

La plantilla de Oquendo junto a Martín Berasategui y Pablo Medrano.

La plantilla de Oquendo junto a Martín Berasategui y Pablo Medrano. / Miguel Ángel Muñoz Rubio

En Oquendo estaban también el hostelero cacereño Youssef Bakhti (nacido en Serradilla, sí, en Serradilla), Jaime Ruiz Peña, el colaborador del programa ‘A cuerpo de rey', de la Cope, que es de Malcocinado y bético, y amante de las sevillanas, y te suelta palabras en latín, y te confiesa que muy bien Rosalía, pero que como la Jurado, nada. A su lado, Alex Hernández Talaván, que se formó en Lasarte junto a Berasategui y que luego volvió a su pueblo, Zarza de Granadilla, donde junto a sus hermanos David y José Luis crearon Versátil: ya tienen una Estrella Michelín y han conseguido poner en el foco gastronómico nacional a la España Vaciada. No faltó el concejal de Cultura, Jorge Suárez, (confesó que su padre había formado parte de la orquesta de Julio Iglesias en los 70), y el edil de Seguridad Ciudadana, Pedro Muriel, nieto del célebre maestro don Juan Muriel, por cuya escuela de Margallo pasaron decenas de cacereños. Los representantes del ayuntamiento, muy bien en líneas generales, el único tirón de orejas es que ni han ido a Versátil ni vieron el último capítulo de ‘Cuentáme’. Y, sinceramente, quien a estas alturas no haya visto morirse a Herminia a sus 102 años es como el que no haya visto hasta la extenuación la muerte de Chanquete.

Y como protagonista indiscutible, Martín Berasategui, que ahora se ha aficionado al golf, y que sabe beber vino, sabe comer y, sobre todo, sabe hacer reír. «Me voy a ir más contento que la hostia a casa, yo que no he pasado nunca de monaguillo. Me tenéis pa ‘to’ lo que queráis. Aupa Cáceres. ¡Garrote!». No pudo haber mejor epílogo. 

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