El drama de vivir en soledad

Así fueron las últimas horas del celador de Cáceres

Eduardo era una persona amable, dicharachera, amante de la música y buen conversador. Sin embargo, el paso del tiempo, la soledad, los sinsabores de la vida... lo volvieron huraño y con un carácter más temperamental

Día en el que los bomberos del Sepei rescataron el cuerpo sin vida del hombre.

Día en el que los bomberos del Sepei rescataron el cuerpo sin vida del hombre. / El Periódico

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Eduardo Rodríguez Jiménez se marchó solo. "Fue una separación del mundo", dicen sus vecinos, aún consternados por lo sucedido en el Residencial San Francisco. El celador era hijo de una mujer a la que todos en el barrio conocían como 'La Canaria', porque había venido de las islas y se había quedado a trabajar en el Hospital San Pedro de Alcántara. Su hijo también metió cabeza en el entonces Insalud y logró su puesto en el Virgen de la Montaña.

Eduardo era una persona amable, dicharachera, amante de la música y buen conversador. Sin embargo, el paso del tiempo, la soledad, los sinsabores de la vida... lo volvieron huraño y con un carácter más temperamental. Terminó muy dejado, sobre todo en materia de higiene personal. Tanto fue así que sus vecinos contactaron con el Ayuntamiento de Cáceres dada la insalubridad que presentaba su vivienda.

¿Pero cómo fueron los últimos meses de Eduardo? Cuentan que un grupo de chavales lo ayudaban, que acudían a su casa, le preparaban la comida, iban a hacerle la compra y se sentaban a su lado a escuchar música. Con aquellos muchachos Eduardo se sentía salvado. Les contaba los dorados tiempos de su juventud, cuando trabajaba, viajaba... les hablaba de sus amores y desamores, de Canarias, de su madre, de su tía... Y así pasaban las horas.

Un día Eduardo sufrió una caída. Acudieron a verle también dos asistentes sociales, una del ayuntamiento y la otra del centro de salud. Se negó a percibir ningún tipo de ayuda pero sí accedió a ir al consultorio para que le curaran las heridas. Tras la caída el drama fue a más, hasta que se lo encontraron muerto. "Llevaría lo menos ocho días", dicen algunos vecinos mientras señalan a su casa, ya vacía, junto a pistas de Fuente Fría.

Ahora el ayuntamiento está pendiente de que familiares, amigos, vecinos y el propio administrador de fincas decidan en torno a la realización de una limpieza de choque del piso. En principio, y dada la pensión que Eduardo percibía, no parece que hubiera problemas tanto en ello como en el pago de su funeral.

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