Crítica taurina

El toreo bueno en Cáceres lo hizo Morante de La Puebla

El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza acompañó al matador sevillano a hombros por la Puerta Grande tras desorejar al cuarto de la tarde

Juan Ortega terminó la lidia con dos ovaciones 

Antonio Castañares

Antonio Castañares

Orejas de distinto valor las que se pasearon en el renacido coso de la Era de los Martires. ¡Qué alegría! Tanta que los aficionados llenaron en buena medida los tendidos, especialmente los de sombra. El que toreó bien de verdad y plasmó dos obras de arte fue Morante de la Puebla. También Juan Ortega ante el tercero. Hacemos ese juicio de valor porque Pablo Hermoso de Mendoza, que se despide esta temporada, cortó las dos orejas del cuarto, pero no fue de las mejores tardes del rejoneador navarro.

Sobre Regaliz paró Pablo Hermoso de Mendoza al toro de Murube que abrió el festejo. Lo hizo en un palmo. Distraído de salida el animal. Rejón de castigo, buscaba el astado la salida, y un segundo, excesivo a todas luces. Banderillas sobre Navegante, un tordo en fase blanca con el que batió al pitón contrario. Siguió magnífica la preparación, cabalgaba a dos pistas y templaba. Desigual cuando clavaba. Siguió sobre Ilusión, parado el astado, clavó muy en corto, muy soso el murubeño. Y sobre Generoso las cortas.

Un toro de acusada sosería, de muy poco celo, cuya lidia por el rejoneador navarro se mantuvo en un tono medio.

Protestado el primero de Morante de la Puebla, era un toro muy terciado y abrochado de pitones, aunque astifino. Suelto del capote del sevillano hasta que se hizo con él. Cuatro verónicas lentas y cadenciosas, bellas, rematadas con la media. Primoroso el inicio de faena, dos por alto, dos tricherillas, dos pases de la firma, el cambio de mano y el de pecho, Morante en su salsa. Con la diestra, acompañaba con todo, y al natural, de uno en uno y de bello trazo. Toro a menos, una serie con la diestra plena de naturalidad y otra con la zurda muy hermosa. Un torito de gran nobleza, que duró lo justo para que Morante le hiciera una hermosa faena. Oreja.

Un toro chico el tercero, primero de Juan Ortega. Alegre de salida, no se encontró a gusto el torero con él, echaba las manos por delante. Tomó un buen puyazo y, aunque hizo sonar el estribo, después empujó metiendo la cara por abajo. Bello quite de Juan Ortega, tres chicuelinas primorosas por elegantes, una verónica, y tres medias, una tras otra, a cámara lenta. Brindis al público. Delicado inicio de faena, tres ayudados por alto, siguió por abajo, la trincherilla, el de la firma y los pases rodilla genuflexa, ya santo y seña de este torero. En redondo una tanda muy hermosa, y una segunda del mismo concepto, toques sutilísimos, le dejaba la muleta puesta y componía con el toro con gran naturalidad. Faena larga, por el pitón izquierdo el animal no era el mismo, aunque se puso al natural. Una faena de mucho sabor a un toro que tuvo un buen pitón derecho y cierta aspereza por el izquierdo.

De bellas hechuras y con cuajo el cuarto, un astado alegre de salida. Sobre Regaliz lo paró Hermoso de Mendoza y clavó un solo rejón de castigo. Montó a Berlín y resultó tropezado en una única banderilla. Toro a menos, aquerenciado en tablas, lo tenía que poner todo el navarro. Lo dejaba llegar y Hermoso hizo que se se sobrepusiera a la querencia. Se lo sacó y batía en los medios, después sobre Malbec, un bello tordo rodado, llegaba mucho al de Murube. Final de fiesta con las cortas sobre Generoso y, tras un gran rejón de muerte paseó las dos orejas. Y de forma inconcebible, el mayoral de Murube acompañó a Hermoso en la vuelta al ruedo.

Agradable por delante el quinto, de armónicas hechuras. Lo paró Morante y cuando lo vio a modo le dio tres delantales de bellísima composición, con el remate de la media verónica. Un puyazo, apretó. Cuatro ayudados por alto, el del desprecio y el de pecho. Así inició su faena Morante. Justo de fuerzas el animal. En redondo, cuatro muletazos de gran suavidad, corría la mano con dulzura y le dejaba la muleta puesta. Sonaba el pasodoble Morante de la Puebla, una bella composición. El toro a menos, había que llevarle con mucha suavidad, como hacía Morante. Y en eso llegó una sinfonía de naturales, de uno en uno por lo justito del animal, pero cada uno era una obra de arte. Y otra música callada, que diría Bergamín, cuando hubo unos postreros muletazos con la diestra, también de uno en uno, que servían para paladearlos mejor. Una gran faena la de Morante, todo un paradigma de buen toreo, engrandecido por el sentimiento que este torero pone cuando se siente a gusto.

Muy chico el sexto, y lo recibió Juan Ortega con verónicas a compás. Le echaba los vuelos y se lo pasaba cerca. Derribó en el caballo y cobró una larga segunda vara. Doblones para iniciar su faena del sevillano. Se puso en redondo y el burel se quiso rajar. Lo sujetó pero salió a relucir el genio del torito. Se lo pasaba como si tuviera buen son pero el animal derrotaba. Toro muy deslucido.

Fin de fiesta y una gozada que los toros hayan vuelto a Cáceres.

Ficha del festejo

Los toros: 2 toros para rejones de Murube, y 4 de Domingo Hernández, cinqueños 1° y 4°. Con cuajo y buena presencia los de rejones y mal presentados los de lidia a pie. Parado y soso el 1°; muy noble el 2°; con un buen pitón derecho el 3°; alegre de salida pero a menos el 4°; blando pero muy noble el 5°; con genio el 6°. Pesos: 499, 456, 480, 540, 492 y 453.

Los diestros: Pinchazo y rejón muy trasero (Ovación con saludos); un rejón de muerte (Dos orejas). Morante de la Puebla, de corinto y oro. Pinchazo y estocada (Oreja); pinchazo hondo (Oreja). Juan Ortega, de burdeos y azabache. Pinchazo y casi entera (Ovación con saludos); estocada (Ovación).

La corrida: Undécimo festejo de abono de la Feria de Abril, con cartel de ‘no hay billetes’ (12.500 espectadores), en tarde primaveral.