Este pequeño pueblo, cuyos orígenes se desconocen, es la dimensión exacta de una mística terrenal. El paisaje extremeño de inacabables canchales, alcornoques, bancales y fuentes se sacriliza aquí, y al igual que se ignora su fundación tampoco se tienen noticias de la existencia de hallazgos o restos arqueológicos en la zona que permitan conocer su historia.

Actualmente, junto a la parroquia de Santa Marina, localizada en la plaza, de gran interés arquitectónico y artístico, destaca el convento franciscano fundado en 1557 por San Pedro de Alcántara, conocido como El Palancar. A tres Kilómetros de la población, es la obra más significativa de esta localidad.

De este monumento se conserva una iglesia de reducidas dimensiones, un pequeñísimo claustro y la reducida celda en la que dormía el santo alcantarino. Luego, en el siglo XVIII, se construyó un convento añadido al anterior, que posee una iglesia de planta de cruz latina y claustro con arco de medio punto sobre columnas de fuste estriado.

Además del interés arquitectónico, el convento tiene otros valores artísticos de gran valor, como es el caso de los mosaicos de Magdalena Leroux que decoran la iglesia del siglo XVI, donde también existe una imagen de san Pedro de Alcántara realizada por Pérez Comendador, marido de la anterior.

EL PAISAJE Desde la pequeña explanada de El Palancar se divisan la sierra y la llanura. Esta visión permite ver cómo la sierra de Cañaveral y las fértiles tierras del Jerte y del Alagón parecen juntarse a través de este minúsculo convento, cuyo aspecto inicial no lo parece, pero las diferentes reformas por las que ha pasado le dan la solera de los monasterios tradicionales.

De vueltas con san Pedro y sus estancias por la provincia, recordar que éste comenzó su vida eremítica en dos lugares cacereños: Santa Cruz de Paniagua, donde el obispo de Coria tenía un palacio y donde fray Pedro consiguió "rescripto pontifcio" para retirarse a orar; y Pedroso de Acim, donde en una pequeña vivienda construyó el ya citado monasterio, de tan reducidas dimensiones, que hoy día se conoce como el conventico, compuesto por minúsculas estancias que guardan estrecha relación con las palabras de san Pedro: "Que en nuestros edificios resplandezca toda pobreza, aspereza y vileza" y que la "casa sea tosca y la madera no labrada a cepillo".

Así, en 1557 Rodrigo de Chaves cede al santo la dehesa que se dice del Berrocal a la Fuente de El Palancar, en agradecimiento a los consejos dados por fray Pedro, que inició sobre este terreno la obra de la capilla.