Franco Martín Gómez siempre fue Francisco hasta que entró en la mili. «Mi abuelo se llamaba Francisco y en la escuela siempre he sido Francisco, hasta que cuando realicé el servicio militar me dijeron que era Franco pelado, y punto». Esta es la curiosa historia de un vecino de Belvís de Monroy, que nació durante la Guerra Civil, en el 37. «El secretario que había en aquel momento en el pueblo era muy de derechas y en vez de ponerme Francisco, como me llamaron mis padres al nacer, me puso Franco», explica. 

Su relató continúa reiterando: «En mi casa fui Francisco, hasta que a la hora de ir a la mili comprobaron que mi nombre real era Franco, que es el que aparece en el DNI». Francisco se quedó con Franco como nombre y al establecimiento que regentó en la plaza de Belvís le puso Bar-cafetería Franco.

El bar lo fundaron él y su mujer, Leonor González, hace 46 años. Es una institución en Belvís

Lo fundaron él y su mujer Leonor González hace 46 años. Él también ejerció de alcalde del municipio en la primera democracia en el 79. «Fue una época muy sensible porque salíamos de la dictadura». Se presentó por Independiente y sacó cuatro concejales. Recuerda que la alcaldía requería gran esfuerzo, «se viajaba mucho a Cáceres y a Mérida para pedir porque si no pides no te dan. En el 83 volví a entrar en la lista y saqué otra vez mayoría, pero ya dije que no quería saber más de la política». También emigró a Francia y allí se tiró 10 años y medio. «Me gustó bastante el país galo, prueba de ello es que he ido cinco veces después», confiesa.

El mesón es una institución en la localidad cacereña. «El edificio era de mi abuelo, después de mi madre y finalmente se lo compré a mi hermano», apunta. El bar actualmente lo lleva su hijo Julián y Rosi, su mujer. Mientras habla con este diario, de fondo suenan las voces alegres de los parroquianos que disfrutan de un amplio abanico de aperitivos. «Ahora con el verano se anima el bar», dice Francisco, cuyo nombre en realidad es Franco.