Patatas cocidas, cerdo, pimentón de la Vera, ajos y sal. Cinco ingredientes componen la patatera, el alimento protagonista de una fiesta que congrega a 7.000 personas en Malpartida de Cáceres. Tradición y diversión se dan cita un año más en la localidad tras el parón de la pandemia. Por ello, los malpartideños salieron llenos de alegría y emoción a la calle para reivindicar una celebración que se remonta al siglo XIX, cuando los ‘quintos’ visitaban durante un día los hogares de los residentes solicitando viandas para degustarlas antes de la llegada de la cuaresma.

El alcalde de Malpartida, Alfredo Aguilera, pronuncia su discurso. Silvia Sánchez Fernández

De este modo, alrededor del mediodía, tanto residentes (ataviados con sus trajes típicos y carros) se reunieron en una plaza Mayor abarrotada. El alcalde, Alfredo Aguilera, pronunció un discurso en el que dio la bienvenida a los asistentes a la fiesta y recordó a las personas fallecidas a causa del coronavirus. A partir de ahí comenzó un pasacalles que se prolongó hasta pasadas las 14.30 horas, tiempo en el que la comitiva realizó varias paradas por diferentes rincones del pueblo y donde se repartieron 2.500 raciones de patatera con el pan.

Un malpartideño durante este mediodía en la fiesta. Silvia Sánchez Fernández

El desfile estuvo protagonizado por charangas y carrozas que hicieron que el municipio viviera su particular cuento de hadas. En declaraciones a este periódico el regidor indicó que «los hechos nos han ido señalando que esta es la fiesta más importante de la localidad, es nuestro punto fuerte y por eso hay que cuidarla y potenciarla al máximo. Después de lo mal que lo hemos pasado con el covid-19 la gente se merecía algo así y estamos a la altura. Con mucha cautela y respetando las medidas sanitarias».

Una charanga amenizando el ambiente. SILVIA SÁNCHEZ FERNANDEZ

El multitudinario pasacalles completó su recorrido en la plaza Mayor, donde los grupos con los carros de comidas y bebidas establecieron su asentamiento para degustar y compartir los platos. La jornada se prolonga hasta la medianoche y la localidad cacereña volvió a entonar aquello de «la vida son cuatro días y uno de ellos es la patatera».