FIESTA DE LAS CANDELAS

Monroy celebra el 2 de febrero sus Purificás más esperadas

Cuatro mujeres que cantan a la Virgen y al Niño son las protagonistas de un ritual que se remonta al medievo

Purificás de Monroy.

Purificás de Monroy. / EL PERIÓDICO

Redacción

Las Purificás de Monroy es uno de los rituales con más autenticidad y que más fuerte hacen latir el corazón de quienes lo contemplan. No tiene la pátina de Fiesta de Interés Turístico Regional. No le faltan condiciones para ello, pero tampoco necesita de reconocimientos. Las Purificás de Monroy –que se celebra cada 2 de febrero- es una liturgia con motivo de la fiesta de Las Candelas. Cuatro mujeres que han tenido al año anterior a su primogénito son las elegidas para protagonizar un rito documentado hace varios siglos, pero que probablemente se remonte a la época del Medievo.

Cartel de Las Purificas 2023.

Cartel de Las Purificas 2023. / EL PERIÓDICO

Así es el ritual

Este año el día 2 de febrero vuelve a ser el gran acontecimiento para los monroyegos y recobra su máximo esplendor tras las restricciones de otros años. Para describirlo fácilmente, hay que distiguir cuatro bloques de intervinientes. En primer lugar están las portadoras de la Virgen, que se visten igual que las mujeres que cantarán, con la diferencia de que llevan la tradicional mantilla en casco de color negro. Sacan la imagen en procesión, acompañan a la Virgen en la entrega del niño al párroco y a devuelven a logar donde los vecinos presentan a los niños nacidos en el año anterior.

Otros actores son las portadoras y portadores de la famosa ‘Rosca’. En la comitiva de cantantes se encuentra un grupo de personas que llevan una enorme rosca de piñonate. No obstante, no lleva ningún orificio y no es de piñones. Está adornada con peladillas blancas, flores y billetes. Es una ofrenda de algún vecino, generalmente por promesa.

Las Purificás de Monroy.

Las Purificás de Monroy. / EL PERIÓDICO

Las grandes protagonistas de la jornada son las cantantes, cuatro chicas que han sido escogidas por la mayordoma. Llevan el traje tradicional con mantón de manila, refajo bordado en blanco sobre rojo y pañoleta blanca que le cubre la cabeza o una mantilla o cobija. Otros complementos son el mandil negro bordado, medias blancas y zapatos negros. En nuestros días, las cuatro Purificás son chicas del pueblo elegidas por la mayordoma de la Cofradía de la Virgen del Rosario. La solista toca la pandereta y otras dos portan un cesto con tórtolas o palomas.

El rito de presentación y purificación comienza desde fuera del templo, entre las puertas de los pies de la Iglesia dedicada a Santa Catalina. La pandereta es el único instrumento que acompaña a voces jóvenes que se escuchan apagadas tras la puerta. El canto dura un cuarto de hora y tiene cinco fases: petición de licencia al párroco y a la Virgen para entrar en el templo y comenzar el ritual; la bendición con agua bendita para ser purificadas y poder acceder a la iglesia; observancia de la ley de Moisés y cumplimiento de las profecías de san Simeón; alabanzas al niño y a la Virgen; y finalmente rogativas para el pueblo la familia y ellas mismas.

Purificás de Monroy cantan a la Virgen.

Purificás de Monroy cantan a la Virgen. / EL PERIÓDICO

La misa del 2 de febrero tendrá lugar a las 12.30 horas y en ella se cantarán coplas en honor a la Virgen del Rosario. Por la tarde, a las 17.00 horas se procederá al sorteo ofrecidas a la Virgen y después habrá verbena por el Trío Cariba, con degustación de roscas de piñonate en la Plaza de España. 

No se pierdan Las Purificás de Monroy. Merece la pena conocer este ritual ancestral.

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