La señal de la mano , del escritor extremeño Juan García Rodríguez, cuyo seudónimo es Juan Garodri, ganó el concurso de cuentos Gabriel Miró, convocado por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) con un primer premio 6.000 euros.

La obra finalista fue Radio París Lisboa , de Gemma Almagro, quien recibirá 3.000 euros, informó la entidad convocante.

Un total de 2.558 obras de 26 países han concurrido al certamen literario, considerado como el decano en su género en España, de las cuales fueron admitidas 2.526 y 37 llegaron a las rondas finales.

Garodri, de 66 años y nacido en Coria, ha sido catedrático de Lengua y Literatura en varios institutos de esta localidad hasta hace poco más de un año, cuando se acogió a la jubilación anticipada. "Me fui no porque me aburriese sino porque no soportaba que la Logse me hubiera convertido en guardián de adolescentes, que es a lo que se ha reducido hoy la educación", afirma el escritor.

Es columnista del diario Hoy y ha publicado siete poemarios, varios ensayos y la novela La blanca doble . También fue finalista el pasado año del premio de cuentos Max Aub.

CONFLICTOS SOCIALES Garodri explicó que en el relato, ambientado en su Coria natal, refleja la visión de un niño sobre los conflictos sociales y humanos en la "dura" posguerra española de los años 40.

Basándose en recuerdos personales de aquella época en la barbería de su padre, Garodri describe el conflicto que surge cuando el niño observa a un cliente, un cazador que, tras haber luchado en el bando republicano, pide al dueño del establecimiento que retire los retratos de Franco y José Antonio Primo de Rivera cuando acuda a afeitarse.

PALMETAZOS El niño reproducirá esta pauta en su aula, al día siguiente, después de que el maestro les haga cantar el Cara al sol ante el retrato de Franco y negarse el niño. La consecuencia serán unos palmetazos en la mano del escolar que, debido a la fuerza con que son dados, le dejarán una cicatriz, la señal a la que alude el título del relato. Gracias a ella obrará algunos prodigios.

El cuento formará parte de un conjunto de relatos que escribe Garodri, cuentos heterogéneos unidos por "un punto de inverosimilitud", que él entiende como clave en su concepción del relato junto a un tratamiento literario.

Autores rusos y franceses del siglo XIX o la australiana Katherine Mansfield forman parte de las lecturas del género breve preferidas por Garodri.