Otra prueba de desigualdad de género: hasta 11 años le ha costado a Tamara Jenkins, directora de (la excelente) La familia Savages, estrenar su siguiente película. Pero al menos así ha tenido tiempo de depurarla a fondo y convertirla en la obra maestra que es. Una que no se anuncia a voz en grito, sino con modos sutiles, desbordando inteligencia en cada decisión. Esta comedia dramática sobre una pareja de mediana edad (Kathryn Hahn y Paul Giamatti) y su lucha con los tratamientos de fertilidad merecía estar más presente en los últimos Oscar.