De entre los epílogos de temporada para el Extremadura, el de ayer en Melilla encerró una sensación que, básicamente, estuvo cargada de impotencia. Los azulgranas finiquitaban su liga mediado el mes de mayo, y eso no fue algo habitual últimamente.

El empate a cero dejó en la cara de Francisco López Alfaro un rictus de amargura, porque no pudo darle a la afición un objetivo prometido a pesar de sumar 65 puntos. En las de los jugadores se pintó la incertidumbre, ante un futuro inmediato aún por despejar en la mayoría.

La cena, a base de ensalada, tortilla, dorada y helado, dejó un sabor un tanto raro y al final uno le da vueltas quizás a lo más intrascendente. El pasado año, consumado el descenso matemáticamente, el equipo fue a Tarragona. En el anterior, a Lleida. Ayer en Melilla... ¿Dónde estará el equipo el próximo? Los desplazamientos finales no están siendo nada benignos con el Extremadura. Pero hay que estar a las duras y a las maduras.