El 4 de mayo el presidente del Cáceres, Felipe Fernández, durante la asamblea de socios, confirmaba lo que ya había venido diciendo la directiva hacía tiempo: que se iban, y que si nadie se hacía cargo del club, venderían los derechos. Desde entonces, ha habido contactos con otros clubs, reuniones con un grupo de empresarios, ley del silencio, Feria de San Fernando , una manifestación, muchas manos al cuello y pocas con el dedo levantado para decir "yo me hago cargo".

Han sido un sinfin de movimientos sin mucho convencimiento que sobraban desde el día en el que el alcalde José María Saponi dio vía libre a cualquier operación que el club realizara, en cualquiera de los sentidos. Ese día, las esperanzas de seguir en LEB se difuminaron. Ese día, el del qué se le va a hacer , fue la noche antes de la asamblea, el 3 de mayo.

Días antes a la celebración de la asamblea, el presidente del Cáceres intentó reunirse con el alcalde para contarle, de un lado, la intención de la directiva de dejar el club y, de otro, que en esa asamblea iban a defender su gestión explicando que la diferencia entre ingresos previstos y alcanzados --con los que se cuadrarían las cuentas-- era la cuantía que, desde el club siguen manteniendo, prometió la delegación municipal hace un año.

Al margen

La reunión no llegó a celebrarse y, sólo tras el filtro de la secretaría de la alcaldía, José María Saponi se enteró de las intenciones de la junta directiva. La noche antes, telefoneó a Fernández y, contrariamente a los esfuerzos que en otras ocasiones había hecho personalmente para mantener al club en lo más alto, esta vez decidió, por las razones que fueran, mantenerse fuera de todo tipo de negociaciones. Un mensaje claro que el club entendió definitorio, como definitorio fue que el concejal de Deportes, Lázaro García, también arrojara la toalla tras comprobar que reuniones presuntamente secretas eran publicadas.

Las plegarias de García a la Virgen, las cesiones de derechos y si son posibles o no y los agónicos plazos no han sido más que juegos florales de una ceremonia que ahora termina... si no hay milagro.