Hablar del partido no merece la pena. Trataré de resumirlo con la brevedad que lo hace el sabio Jesulín: croqueta, aburrimiento, pérdida de tiempo. ¿Qué es lo primero, la devoción o la obligación? Esta dualidad me está dando vueltas a la cabeza prácticamente desde que empezó el partido. Y como el partido ya lo resumí, pasemos al prepartido, que creo que es más interesante. ¿Es lícito disculpar al entrenador por elegir la no alineación de Gasol, máximo estandarte del baloncesto español; Navarro y la presencia simbólica de Calderón? ¿O es ilícito por mi parte acallar la mala leche que me inunda en este momento no acordándome de las caras, de los flashes no lanzados, de las ilusiones rotas en niños? Esto me impide no ser fiel a mí mismo.

El seleccionador, que supo aprovechar su oportunidad dos meses antes de la Olimpiada, piensa que la devoción es más importante que la obligación. Esta forma de ver el baloncesto tal vez pueda valer para el trabajo en un club, no para el puesto de seleccionador. La devoción es un estilo de juego, una idea personal acerca del mismo, una forma de hacer. Estas son credenciales de los entrenadores.

La selección es de toda España. Representa valores y emociones, además de resultados. ¿O tal vez representa exclusivamente un valor deportivo, el de la federación y el de su entrenador?. Si representa a toda España, no parece de recibo que la devoción supere a la obligación. La devoción de un seleccionador está supeditada a la obligación con lo que representa, existiendo la habilidad del técnico para hacerlas compatibles. Ocurre con la no presencia de Gasol, ya anunciada por el seleccionador en tierras extremeñas y pareciendo que se reserva su debut para el martes. No quiero suponer que el 75 aniversario de Marca merezca más respeto que Extremadura. La obligación, sin duda, mandaba no defraudar a tanta gente. ¿O tal vez sea yo el único defraudado? No, creo que no. ¿Tal vez veamos mañana a Gasol en Cáceres? Para ganar los Juegos Olímpicos, hay que perder lo menos posible y fundamentalmente lo que ya está ganado: el ´respeto´. La selección, por ahora, sin oro y brillantes.