Cacereño - 0: René; Oscar Prats, Rives Carrizosa, Dani Gómez; Chapi (minuto 68, Dieguito), Lolo, Abel Segovia, Rocha; Alex (minuto 85, Manolo) y Mauri.

Rayo Vallecano B - 0: Juan Carlos; Owusu, Villarejo, Alcañiz, Jaime Guadaño; Hugo (minuto 90, Dani), Diamanka, Jorge Sáez, De Lucas; Tito (minuto 76, Rayco) y Provencio.

Arbitro: Gómez González (Castellano-Leonés). Mostró tarjetas amarillas al jugador local Dani y a los futbolistas visitantes Alcañiz, De Lucas y al entrenador, José Manuel Jimeno.

Incidencias: Alrededor de 2.000 espectadores en el estadio Príncipe Felipe. Partido televisado en directo por Canal Extremadura TV. Terreno de juego en mal estado, aunque mejor en relación a anteriores encuentros ligueros.

Al Cacereño no hay que reprocharle apenas nada. Ni con Manolo, con los malos resultados, ni con Montes, con los buenos. Con sus limitaciones, este equipo lo da todo e, incluso, por momentos, hasta juega bien, divierte y se hace querer. Lo volvió a hacer ayer, ante el Rayo Vallecano B, pero solamente recibió el premio de un punto (0-0).

La tranquilidad tendrá que esperar. Preparar bien unas oposiciones a la salvación no significa que la plaza se vaya a conseguir antes de tiempo. Gobernador del choque durante al menos 75 minutos, el Cacereño demostró saberse la materia, pero no supo plasmarla en el momento culmen. De nuevo, la asignatura pendiente volvió a ser el gol, condicionante sine qua non se pueden obtener los tres puntos. Si este equipo manejara en dosis normales esta suerte clave en el fútbol, estaría peleando por los cuatro primeros. ¿O es que acaso el filial rayista, que está ahí en la puja, es mejor? Y como el de ayer, sucesivos ejemplos.

CALIDAD DEFENSIVA La primera parte del grupo de Montes fue muy notable, aunque con cierto desapego a la definición ante la meta rival. Estaba claro que se encontraban, frente a frente, dos de las mejores estructuras defensivas del grupo. El Cacereño disparó cuatro veces con peligro hacia Juan Carlos, siempre muy seguro, por mediación de Rocha (dos), Abel y Alex. Incluso reclamó un penalti sobre Mauri, que no fue. Acertó el árbitro, que no lo hizo tanto en la señalización de faltas que desquició especialmente a los locales.

Ante el asedio sin mordiente en los locales, el Rayo se comportó como un filial atípico, con muchos hombres detrás y escaso juego combinativo. Los visitantes no crearon peligro en el primer acto y también dieron la sensación de no apostar directamente por el ataque.

Salió igual de enchufado el Cacereño en el segundo acto, pero con menos clarividencia en el último pase. Con Lolo imponente al corte en mediocampo al lado del talento y la elegancia de Abel Segovia, el grupo de Montes apenas creó peligro, pese al trabajo también de sus laterales, los ominipresentes Prats y Dani Gómez. Chapi se asfixió en sus contínuas internadas por la derecha y Rocha perdió fuelle para equilibrarse el encuentro definitivamente, con la sensación latente de que el primero que marcara se llevaría los tres puntos.

Ni unos ni otros atinaron. Montes apostó por Dieguito y cambió el sentido de la ofensiva para centrarse en la izquierda del segedano. Alex y Mauri también se desfondaron paulatinamente hasta casi decir basta.

El Rayo, hasta entonces timorato, metió el miedo en el cuerpo con un par de contras guiadas por el talento de Diamanka y Provencio. En una de ellas, el recambio Rayco lanzó un cabezazo al palo con René batido. Restaban 10 minutos para el final y aquello hubiera sido injusto.

Aún tuvo el Cacereño la última en los pies de Mauri (min. 86), pero no controló el balón en una acción elaborada por Rocha, que encarna el espíritu guerrero desde la brega y la calidad. Desembocó la lucha en muy poco más y el Cacereño se tuvo que conformar con el aprobado general cuando, con un poco más, podría aspirar al menos al notable.