CARTAGENA - 2: Víctor; Ceballos, Hugo Alvarez, Urzáiz, Navarro; Arcas, Marcos Rodríguez; Alvaro García (Rico, min. 88), Cañadas (Diego Segura, min. 80), Riau; y Perona (Florian, min. 67).

CACEREÑO - 0: Fuentes; Alcala, Carrizosa, Checa, Toni; Santi Amaro (Juli Ferrer, min. 60), Gaspar, Elías (Esteve, min. 69), Valverde, Chapi y Matías Saad.

GOLES: 1-0 (min. 52): Cañadas. 2-0 (min. 86): Alvaro García.

ARBITRO: Sánchez Rico (Catalán). Amarilla a Navarro, Ceballos; Amaro, Ferrer y Saad (2 tarjetas, roja en el minuto 77).

El Cacereño fue el invitado que se espera en las mejores mesas cuando apenas hay manjar, en este caso, fútbol. Un Cartagena abnegado en el sufrimiento, pero muy justo de fútbol, pasó por encima al cuadro extremeño en la segunda mitad tras una primera en la que no terminó de encontrarse y, cuando lo hizo, siempre fue bajo el dictado de Cañadas. Porque el cuadro extremeño, que cayó 2-0 en su décimo encuentro sin ganar, sin alcanzar el pasotismo, estuvo fuera del duelo en muchos minutos, algo que tampoco le sirvió en exceso al equipo de casa, lastrado de mucho juego y de velocidad.

Sólo estuvo Cañadas, el resto sobró. Pero los veintiuno sobraron, todos dijeron adiós a la orden del pitido inicial del colegiado catalán. Y es que Cañadas se erigió en el único jugador que trato de embellecer el juego, el único que acarició el balón con la mirilla puesta en el portal contrario. Porque la presión con la que asistieron al duelo los locales les hizo sostenerse con nervios, con tensión, tardando en sacudirse una ansiedad que les sigue maniatando.

Los extremeños jugaron con poco más que la dignidad. Intentaron hacerlo, pero con muy poca tensión, aunque con profesionalidad. Tuvieron pocas, escasas llegadas en el primer acto, pero su presencia se arrinconó cerca de su propia área, un lugar al que tampoco llegó en exceso el equipo de casa, más preocupado de ir ganando metros poco a poco, sin prisas, esperando los huecos que les dieran la posibilidad de hacer daño cerca de Fuentes.

Por eso, peloteando en la zona media discurrió una buena parte del choque. Ninguno aspiraba a más, quizás los locales con la tensión, y los de Cáceres con la tranquilidad de los deberes realizados con buena letra, como en defensa, donde cumplían con creces ante las llegadas por la banda, rompiendo en desmarques de las alas del cuadro de Pacheta cuando no apelaban al fútbol directo, su mayor enemigo, un problema al que se ha asido el equipo en muchos tramos de la competición ante la falta de ideas.

Lo mejor llegó en la reanudación, cuando llegó el primer gol. Apareció Cañadas para, con un sutil toque, marcar el gol que abría una versión del equipo. Era el premio a la mejor salida de los de casa en la segunda parte del guión, cuando debían aparecer mostrando el potencial que tienen en el grupo. Es tanto, mucho tiempo del final, permitió ver mucho más, sobre todo de los visitantes que, por debajo en el marcador, trataron de mostrar unas armas que tampoco les sirvieron de mucho.

Pero los cambio hicieron el resto. El cambio de cromos en el equipo de casa otorgó mayor profundidad al choque y demostró que hay jugadores insustituibles en el once local.

SENTENCIA Asistía el Cacereño a los mejores minutos del partido ya con la idea de la derrota. Hasta que llegó el segundo gol a poco del final. Fue Alvaro García el que despejó incógnitas certificando el último gol de casa en la liga regular con el playoff a la vuelta de la esquina. Después llegaría la gran sorpresa de la destitución de Pacheta por parte del presidente departamental en una decisión que recuerda, por lo sorprendente, a lo ocurrido en el primer partido de liga, después de que el meta René, ex del Cacereño, fuera despedido sin aparente razón y después de haber jugado los 90 minutos.

El Cacereño fue un digno rival en lo físico, futbolísticamente apenas aportó nada, aunque la expulsión de Matías Saad les hizo mella cuando podían empezar a volar en ataque.

Con ello termina una temporada, la de los verdes, con sabor agridulce. Al gran papel en la Copa del Rey se le ha contrapuesto un final de campaña decepcionante. Después de haberse soñado incluso con jugar la fase de ascenso, al final queda un regusto amargo por la prolongada sequía de victorias, pese a que el equipo, insiste Julio Cobos, ha hecho méritos para más. Pero todo ha quedado ahí, a medias.