Mil atletas inscritos. Lleno absoluto en los locales de alrededor del Circo. Completos los hoteles de Mérida y ciudades de alrededor. Equipos de comunidades teniendo que pernoctar en sitios como Almendralejo, Cáceres o Badajoz. Voluntarios a disposición y con disposición, entre ellos padres y madres de atletas especialmente. Un circuito perfecto de la mano de Francisco Rivero. Una carrera de promoción de más de mil niños de colegios emeritenses como fin de una fiesta deportiva excelente. También un millar de atletas compitiendo y disfrutando del marco.

Datos y más datos que no dejan lugar a la duda sobre el éxito. No hay un estudio de impacto económico --esta vez no se ha encargado, como ocurriera con el World Padel Tour en Cáceres-- pero todo fue a pedir de boca en la capital autonómica y seguro que las cuentas salen. De puertas para adentro y de puertas para afuera, aderezado todo con una ambientación espectacular de la asociación Emérita Anticua y por la televisión, con la presencia de Teledeporte en directo y la animación del incansable Urbano García y Gerardo Cebrián, jefe de prensa de la Federación Española de Atletismo.

Hasta un centro educativo, el colegio Salesiano María Auxiliadora, prestó sillas para la ocasión... y para los atletas. "Oye, Pablo, muy bien todo, de verdad, fenomenal tu tierra", le decía un atleta madrileño al maratoniano extremeño justo al final de la carrera. Hasta el tiempo.

Escenas repetidas de satisfacción generalizada. Abel Antón paseando por el lugar y hablando de todo de la mejor manera. Una queja por la poca cercanía del podio al público, zanjada por las reglas que impone la organización de un evento de este calibre. No todo puede gustar a todos, es evidente, pero Mérida se dio un baño de autoestima. Conversar con los atletas anfitriones y que te digan que lo mejor ha sido el ambiente y el circuito lo dice todo para un día histórico del deporte regional. Esa es la medalla que se colgó ayer.